jueves, 2 de mayo de 2013

La Sanidad a través de la Biblia


La Sanidad a través de la Biblia

Hemos visto en Malaquías 3:6 y Santiago 1:17 que Dios no cambia. Es decir, si Dios hizo algo en el pasado, también lo hará hoy. 

Por eso, de la misma forma como Dios trató a la gente en el Antiguo Testamento, es la misma forma que lo hace en el Nuevo. 

Aun desde antes del Antiguo Pacto que Dios hizo con Israel podemos ver referencias de sanidad en la Biblia. 

El caso más saltante es el de la sanidad de la esterilidad de Sara a los noventa años para dar a luz a Isaac. 

Como dice en Hebreos11:11: “Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad,  porque creyó que era fiel quien lo había prometido.”

Isaac también oro por su esposa que era estéril y ella concibió: “Y oró Isaac a Jehová por su mujer,  que era estéril; y lo aceptó Jehová,  y concibió Rebeca su mujer”(Génesis 25:21). 

Veamos ahora la sanidad en el pacto que Dios hizo con Israel, que es conocido como la Ley o el Antiguo Pacto. 

En Éxodo 15:26 dice: “Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, he hicieres lo que es recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna de las enfermedades que envié a los egipcios te enviare a ti; porque yo soy Jehová tu sanador."

En este pasaje Dios le dice a Israel que mientras ellos caminen en su pacto, no tendrían ninguna enfermedad. 

Una traducción literal del hebreo en este pasaje es: “No permitiré ninguna de  las enfermedades  que permití en los egipcios.” Dios no envió las enfermedades sobre los egipcios, Él permitió que las enfermedades llegasen a ellos pues no estaban bajo su protección. Satanás fue quien los enfermó.

Dios declara aquí que Él es el Sanador. La palabra hebrea que se usa es Jehová – Rapha, que significa: “Yo soy Jehová tu medico, soy el Dios que te sana.” Dicho de otro modo, nuestro medico es el Dr. Jehová. 

En Éxodo 23:25-26 dice: “Mas a Jehová vuestro Dios serviréis, y el bendecirá tupan y tus aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti. No habrá mujer que aborte, ni estéril en tus tierras; y yo completaré el número de tus días.”

El vuelve a reafirmarse como nuestro medico, y luego dice que el completará el número de nuestros días. 

Cuando enseño sanidad divina hay una pregunta que siempre me hace la gente: “Si Dios proveyó sanidad, ¿de que moriremos?” 

Siempre les digo que no tenemos por qué morir enfermos; veamos la muerte de algunos de los patriarcas:

En Génesis 25:8, hablando de Abraham dice: “Y exhaló el espíritu, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de años....”

Veamos ahora el caso de Isaac en Génesis 35:29: “Y exhaló Isaac el espíritu, y murió, y fue recogido con su pueblo, viejo y lleno de días....”

Luego hablando de Jacob en Génesis 49:33 dice: “Y cuando acabó Jacob de dar mandamientos a sus hijos, encogió los pies en la cama y expiró....”

Esa es una buena manera de morir; tanto Abraham, como Isaac y Jacob murieron sin enfermedades ni dolor, y llenos de días, solamente entregaron su espíritu. 

Esa es la forma que Dios quiere que partamos al Cielo, sin enfermedad ni dolor, completando el número de nuestros días, habiendo cumplido el plan que Dios tiene para nosotros. 

Hace algunos años me tocó dar la noticia de la partida del Hermano Kenneth Hagin al Cielo, le dije a los hermanos que él sencillamente terminó su desayuno, sonrió a su esposa y se fue, sin enfermedad ni dolor, simplemente entregó su espíritu. 

En Deuteronomio 7:12-15 dice: “Y por haber oído estos decretos, y haberlos guardado y puesto por obra, Jehová tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres. Y te amará y bendecirá y te multiplicará, y bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano, tu mosto,  tu aceite, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría. Bendito serás más que todos los pueblos; no habrá en ti varón ni hembra estéril, ni en tus ganados. Y quitará Jehová de ti toda enfermedad; y todas las malas plagas de Egipto que tu conoces, no las pondrá sobre ti, antes las pondrá sobre todos lo que te aborrecieren.”

Dios no permitió que hubiera enfermedad en ellos mientras caminaron en Su pacto. Recuerda que el verso 15 dice: “Y quitará Jehová de ti toda enfermedad.”

Si leemos los Salmos veremos que están llenos de versos de sanidad.

En el Salmo 103:3-5 dice: “El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila.”

Es evidente que la enfermedad vino por causa de la desobediencia de la ley pues: “El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias.” De ahí podemos concluir que el perdón por su pecado significaba la sanidad de sus cuerpos. 

En el Salmo 105:37dice: “Los sacó con plata y oro; y no hubo en sus tribus enfermo.”

Siempre recuerdo la escena de la película “Los Diez Mandamientos”, cuando un jovencito esta empujando a un anciano ciego que le decía: “Yo no veré la tierra prometida, pero tú si”.

¡Nada más lejos de la verdad! 

Cuando Dios sacó a su pueblo de Egipto, la Biblia dice que no había ningún enfermo. Todo el pueblo que salió de Egipto, estaba sano. 

Es interesante ver, que en ese momento, cuando todo el pueblo de Dios estaba saliendo de Egipto, y aun no habían tenido tiempo de quebrantar el pacto, todo el pueblo de Israel estaba sano.

En el Salmo 107:17-20 vemos que la enfermedad vino a ellos debido a su rebeldía contra la Palabra de Dios. 

“Fueron afligidos los insensatos, a causa del camino de su rebelión y a causa de sus maldades; su alma abominó todo alimento, y llegaron hasta las puertas de la muerte. Pero clamaron a Jehová en su angustia, y los libró de sus aflicciones. Envió su palabra y los sanó, y los libró de su ruina.”

La rebelión contra el pacto que tenían con Dios provocó la enfermedad en ellos, a tal grado que estaban a punto de morir.

Al clamar ellos a Dios, al dejar su rebelión y volver al pacto, Dios envió Su Palabra y los sanó.

¿Por qué sucedió esto? 

Debido a que ellos se salieron, por decisión propia, de la protección del pacto que Dios tenía con ellos. 

El pacto que Dios hizo con ellos era como un paraguas. Si en un día lluvioso estamos debajo de un paraguas, no nos mojaremos; pero si en plena lluvia nos salimos del paraguas, terminaremos empapados. 

Así sucedió con Israel; cuando ellos se salieron del pacto pordecisión propia, no pudieron ser protegidos del ataque del diablo, y se enfermaron. Pero, cuando ellos clamaron a Dios, y volvieron a su pacto, Dios envió Su Palabra y los sanó. 

Aquí encontramos la clave de la sanidad divina: Dios siempre nos sana a través de Su Palabra. 

Aunque todos estos versos que hemos visto tratan de Israel; eso no significa que Dios no haya provisto sanidad para nosotros en el Nuevo Pacto.

Si hacemos un estudio de Israel en la Biblia, veremos que ellos no eran hijos de Dios, eran siervos de Dios. 

En Levíticos 25:55 dice: “Por que mis siervos son los hijos de Israel; son siervos míos, a los cuales saque de la tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro Dios.” Y en Isaías 41:8 dice: “Pero tu, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo.”

Dios llama al pueblo de Israel: “mis siervos.” El problema es que la traducción literal para siervo es esclavo. 

Sin embargo en Juan 1:12 dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio la potestad de ser hechos hilos de Dios.”

Dios llama a los creyentes: “hijos.”

Si Dios quiere que sus esclavos estén sanos, ¿cuánto más sus hijos? 

En Hebreos 8:6 dice: “Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejore promesas.”

Nosotros estamos en un mejor pacto que el pueblo de Israel; un pacto que está establecido sobre mejores promesas.

¿Qué significa que algo sea mejor que otro?

Por ejemplo, ¿qué es mejor, un billete de $10 ó un billete de $100?

Ciertamente un billetede $100. ¿Por qué? Porque un billete de $100 contiene al billete de $10; es decir, $100pueden comprar todo lo que $10 y muchísimo más. 

Esto ocurre del mismo modo con el Antiguo y el Nuevo Pacto. El Nuevo pacto incluye al Antiguo. Es decir el Nuevo Pacto posee todas las cosas que tiene el Antiguo Pacto y muchísimo más. 

Si Dios proveyó sanidad para sus esclavos en el Antiguo Pacto; también la ha provisto para sus hijos en el Nuevo Pacto.

Volviendo al Salmo 107:20, dice que: “Envió su palabra y los sanó, y los libró de su ruina.”

En Juan 1:13,14 vemos cual es “su palabra”: “En el principio era el Verbo (Logos), y el Verbo (Logos) era con Dios, y el Verbo (Logos) era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. Y aquel Verbo (Logos) fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”

La traducción Verbo de la Reina Valera es muy pobre ya que en el griego dice Logos, que significa palabra y no verbo. 

Jesús es la palabra que Dios envió para sanar nuestras enfermedades y dolencias. Como vimos anteriormente, Jesús mismo tomó nuestras enfermedades y dolencias.

No es la voluntad de Dios que ningún creyente pase enfermedades en esta tierra y mueran antes de tiempo, sino que completen el número de sus días. 

En Santiago 5:14 se pregunta a la iglesia: “¿Está alguno enfermo entre vosotros?” De esta pregunta vemos que no era común que hubiese enfermos entre los creyentes. 

Esto es porque se suponía que los creyentes deberían conocer lo que dice en Mateo 8:17: “Para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias.” Y 1 Pedro 2:24 donde dice: “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis curados.”

Deberían conocer estos versos y caminar en salud divina.

En el Nuevo Pacto la iglesia tiene sanidad divina. 

Somos hijos de Dios y El proveyó sanidad para nosotros. 

lunes, 29 de abril de 2013

Quinta Tradición - La Enfermedad es la Disciplina de Dios


Quinta Tradición
La Enfermedad es la Disciplina de Dios

Esta es una excusa que es más una forma de traer condenación a la persona enferma; y también de decirles, si es de Dios, sopórtala.

Es verdad que la Biblia dice: “Porque el Señor al que ama disciplina. . .” (Hebreos 12:6). Sin embargo no dice: “El Señor enferma al que ama.”
Es un error tomar una pequeña porción de la Biblia y tratar de probar algo. 

No hay referencia a la enfermedad en este texto. La palabra disciplina no significa enfermedad o dolencia en el texto original griego.
Al leer el diccionario de palabras griegas de Vine aprendemos que la palabra disciplina significa entrenar a un niño, educar o enseñar. Así como los bebés necesitan ser enseñados y corregidos para poder crecer como niños saludables y adultos, así también los bebés cristianos necesitan ser enseñados y corregidos para crecer y llegar a ser cristianos espiritualmente saludables. Esta palabra en el griego original significa que necesitan ser disciplinados y gobernados.
Muchos de los problemas de hoy se originan en la falta de disciplina y entrenamiento cristiano en el hogar. Los niños deben ser disciplinados, corregidos y entrenados en amor.
En Mateo 7:9-11 dice: “¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado,  le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos,¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?”
Dios nos entrena y disciplina con mano amorosa, “porque el Señor al que ama disciplina.” Así que la enfermedad no viene por disciplina de Dios, no lo acusemos por algo que no hace. 

domingo, 28 de abril de 2013

Cuarta Tradición - Estoy Sufriendo Para La Gloria De Dios


Cuarta Tradición
Estoy Sufriendo Para La Gloria De Dios

Otra respuesta típica de la gente que no puede explicar por que motivo esta enferma, en su ignorancia creen que están sufriendo para la gloria de Dios.

Los que apoyan esta creencia usan, por lo general, el capítulo nueve de Juan, donde se encuentra la historia del ciego que Jesús envió al estanque de Siloé.
Sus discípulos le preguntaron si había pecado él o sus padres, provocándole la ceguera. Jesús les dijo: “No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.”

Algunos concluyen con este verso que el hombre nació ciego para que Dios obtenga la gloria con ello; sin embargo, Jesús continuo diciendo: “Me es necesario hacer las obras del que me envió, entretanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar.” Las obras de Dios no se manifestaron en el ciego hasta que Cristo hizo aquello para lo cual fue enviado; cuando sanó la ceguera del hombre.
¿Qué podemos decir de Lázaro? ¿No dice la Biblia que estaba enfermo para la gloria de Dios? Al leer la historia en el capítulo 11 del evangelio de Juan, vemos que Jesús estaba con sus discípulos cuando le llegaron noticias que Lázaro estaba enfermo.
En lugar de correr al lado de su amigo, Jesús se tardó a propósito. Le dijo a sus discípulos: “Esta enfermedad no es para muerte,  sino para la gloria de Dios,  para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella” (verso 4).
Cuando Jesús legó a Betania con sus discípulos, hacía 4 días que Lázaro estaba muerto. Marta corrió a Jesús y le dijo que si hubiese estado ahí, su hermano no hubiera muerto. Jesús le dijo que era la resurrección y la vida:

Juan 11:24-26
24  Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección,  en el día postrero.
25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida;  el que cree en mí,  aunque esté muerto,  vivirá.
26  Y todo aquel que vive y cree en mí,  no morirá eternamente.  ¿Crees esto?

Poco después, Marta se quejó de la orden de mover la piedra de la tumba que dio Jesús; ella sabía que el cuerpo estaba descompuesto y apestando después de 4 días. Por lo que Jesús le dijo: “¿No te he dicho que si crees,  verás la gloria de Dios?” (Verso 40). Marta no había visto aún la gloria de Dios. No veía la gloria de Dios en su hermano porque aún no se había manifestado. La gloria de Dios se manifestó en la resurrección y sanidad de Lázaro. No solo fue resucitado, sino que también fue sanado de la enfermedad que le causo la muerte.
Dios es glorificado por la sanidad y la liberación, no por la enfermedad y el sufrimiento.

viernes, 26 de abril de 2013

Tercera Tradición El Aguijón en la Carne de Pablo era una Enfermedad


Tercera Tradición
El Aguijón en la Carne de Pablo era una Enfermedad

Esta es una de las excusas favoritas de la gente religiosa.

2 Corintios 12:7-10
7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera;
8 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí.
9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.
10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Esta idea de que Pablo tenía una enfermedad que Dios no quiso sanar es ampliamente aceptada. Esta enseñanza ha guiado a que muchos crean que la voluntad de Dios debe ser que muchos de sus hijos estén enfermos. Esto ha tenido a muchos atados cuando deberían estar libres.

Una creencia común es que Pablo sufría una dolencia en los ojos que lo tenía casi ciego. Pero la Biblia nos muestra algo totalmente diferente.

Vemos que el Señor Jesús se le apareció en visión a Ananías y lo envió a imponerle las manos a Saulo para que reciba la vista.

Hechos 9:8-17
8  Entonces Saulo se levantó de tierra,  y abriendo los ojos,  no veía a nadie;  así que,  llevándole por la mano,  le metieron en Damasco,
9  donde estuvo tres días sin ver,  y no comió ni bebió.
10  Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías,  a quien el Señor dijo en visión: Ananías.  Y él respondió: Heme aquí,  Señor.
11  Y el Señor le dijo: Levántate,  y ve a la calle que se llama Derecha,  y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo,  de Tarso;  porque he aquí,  él ora,
12  y ha visto en visión a un varón llamado Ananías,  que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista.
13  Entonces Ananías respondió: Señor,  he oído de muchos acerca de este hombre,  cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén;
14  y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.
15  El Señor le dijo: Ve,  porque instrumento escogido me es éste,  para llevar mi nombre en presencia de los gentiles,  y de reyes,  y de los hijos de Israel;
16  porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.
17  Fue entonces Ananías y entró en la casa,  y poniendo sobre él las manos,  dijo:  Hermano Saulo,  el Señor Jesús,  que se te apareció en el camino por donde venías,  me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.

Además, el siguiente verso dice que Dios lo sanó. 

Hechos 9:18
18 Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado.

El concluir que Pablo tenía un problema en los ojos debido a su breve ceguera la cual fue sanada por Dios sería rebajar la obra de Dios.

Recientemente estuve conversando con una pareja que querían saber acerca del famoso aguijón de la carne de Pablo; yo les dije que solo debían ir a los capítulos 11 y 12 de Segunda de Corintios para ver que cosa era el famoso aguijón de la carne.

Una y otra vez Pablo dice que esa debilidad eran las aflicciones, tribulaciones y persecuciones que recibía debido al hecho de que había sido llamado para predicarle el evangelio a los gentiles.

Es verdad que Dios permitió que Pablo tuviese ese “aguijón de la carne,” pero no fue obra de Dios. La Biblia dice que “fue permitido un mensajero de Satanás para abofetearle.” La Biblia no dice que este aguijón de la carne fuese una enfermedad.

Vea como se usa esta expresión “aguijón de la carne” en otros lugares de la Biblia. 

Números 33:55
55  Y si no echareis a los moradores del país de delante de vosotros,  sucederá que los que dejareis de ellos serán por aguijones en vuestros ojos y por espinas en vuestros costados,  y os afligirán sobre la tierra en que vosotros habitareis.

Antes que los hijos de Israel fuesen a la tierra de Canaán, Dios les dijo que destruyesen a los habitantes de esa nación, los cananitas, porque si no lo hacían, les darían problemas a los hijos de Israel, serían un aguijón en su costado. No se habla de enfermedad.

El aguijón de Pablo no fue una enfermedad; fue un mensajero de Satanás enviado para abofetearlo. En cada lugar donde iba Pablo, el diablo levantaba persecución contra Pablo.

Pablo dijo en estos capítulos como es que fue apedreado, azotado y dejado por muerto, de los naufragios que sufrió y como fue descolgado por un muro en la ciudad de Damasco.

En otras Epístolas escribió las veces que fue puesto en la cárcel y que incluso llegó a luchar contra fieras; en 1 Corintios 15:32 nos cuenta: “Si como hombre batallé en Efeso contra fieras, ¿qué me aprovecha?”

A pesar de esto, en todos sus escritos donde habla acerca de persecuciones y tribulaciones nunca incluye enfermedades. En ningún lugar de la Biblia encontramos que en algún momento de su ministerio Pablo estuviese incapacitado por enfermedad.

Le dije a esta pareja: “Miren bien lo que dice el libro de Hechos; ¿Qué pasaba cada vez que Pablo entraba a una ciudad? ¿Lo recibían con los brazos abiertos?”

Ellos me respondieron que no, que por donde iba tenía persecuciones y tribulaciones.

¿Por qué permitió Dios que este aguijón en la carne abofetee a Pablo? La Biblia dice que fue para que Pablo no desarrolle orgullo debido a las visiones y revelaciones que había tenido.

Por eso, cuando escuches a alguien decir que tiene un aguijón en la carne, sería bueno que le preguntes cuantas visiones y revelaciones ha tenido. Muchos de los que piensan que tienen un aguijón en la carne no han tenido ningún tipo de revelación o visión. En su ignorancia y duda lo único que hacen es permitirle a Satanás que los derrote y los mantenga lejos de las bendiciones de Dios.

Sin embargo, hay algunos que tienen un aguijón en la carne en algunas de las formas que tuvo Pablo, porque el diablo esta siempre para levantarle problemas y obstaculizar la obra que están haciendo para Dios. Pero noten que Dios dijo: “Bástate mi gracia.” La gracia de Dios nos da poder para levantarnos por encima de las bofetadas del diablo.

miércoles, 17 de abril de 2013

Segunda Tradición Quizás No Sea la Voluntad de Dios Sanarme


Segunda Tradición
Quizás No Sea la Voluntad de Dios Sanarme

Aquí hay otra excusa religiosa favorita de la gente para no recibir su sanidad.

Muchas personas que cuando oran por sanidad piensan que deben terminar con la frase: “Si es Tu voluntad.”

Escuche un programa de cristiano de televisión en que una mujer oraba por su hijo enfermo: “Señor si es Tú voluntad sánalo y si es Tú voluntad llévalo contigo.”

Cuando su hijo murió pensó que esa había sido la voluntad de Dios; y anunciaba públicamente que eso fue un trato de Dios con ella.

Ese tipo de oración es total falta de conocimiento de la voluntad de Dios, porque claramente está escrito en Su Palabra que Su voluntad es sanarnos.

Imagínate esta escena: le has estado predicando a un amigo y empiezan hacer la oración para recibir a Jesús, de pronto este pecador ora: “Señor, sálvame si es Tu voluntad.”

Que ridiculez tan grande, que tal falta de conocimiento de la Palabra; sabemos claramente que en 2 Pedro 3:8 dice que el Señor no esta “queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”

También dice que “. . . el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17). Por eso, el pecador jamás debe orar: “Si es Tu voluntad.”

Esto es tan tonto como el que un hijo de Dios ore: “Señor, sáname si es tu voluntad.”

Como hemos visto, Dios ya nos declaró Su Palabra y nos dijo claramente que Jesús ya pagó el precio de nuestra sanidad. Como está escrito en Mateo 8:17: “El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.”

Cuando leemos este verso y nos damos cuenta completamente lo que realmente está diciendo, va a provocar el punto de quiebre en nuestras vidas, porque seremos capaces de enfatizar la palabra “nuestras.” Declararemos confiadamente que Jesús mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias; y que por sus llagas hemos sido sanados.

Al decir confiadamente que Jesús tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias; traerá nuestra sanidad directamente a donde vivimos. Nunca más tendremos que llevar nuestras enfermedades. ¡Él las llevo para que nosotros podamos estar libres!

Cuando llegué a Santiago de Chile estaba con 2 maletas bien pesadas, lo último que quería hacer era llevarlas, un hermano cargó las maletas por mí y las llevó al lugar donde me alojaba; fue un gran alivio, ya no tenía que llevar mis maletas, el hermano lo hizo por mí.

Del mismo modo Jesús ya llevó nuestras enfermedades; así que no hay necesidad alguna de que ambos las llevemos. Si Jesús las llevó para que fuésemos libres, ¿Por qué debemos orar “si es tu voluntad”? ¡La Biblia declara cual es su voluntad!

A la mayoría de personas que no creen en la Sanidad Divina no les gusta este versículo.

Una persona me dijo en un foro de Internet que este verso significa que Cristo tomó las enfermedades de la gente que vivió en su tiempo, pero que no es para nosotros hoy.

Parece que se olvidó que Mateo escribió su evangelio después que Jesús murió. Si la sanidad solo era para los que vivieron cuando Jesús vivió en la tierra, Mateo hubiera escrito: “El mismo tomó SUS enfermedades y llevó SUS dolencias.” Pero Mateo no escribió eso. El Espíritu Santo, a través de Mateo, escribió: “El mismo tomó NUESTRAS enfermedades y llevó NUESTRAS dolencias.”

Otra persona desarrolló la teoría de que este verso en vez de referirse al pasado, se refiere al futuro, que este verso se cumplirá en el Milenio. Pero esto no puede ser cierto, porque entonces no habrá necesidad de sanidad, ya que la maldición será quitada.

Pablo dijo que seríamos transformados en un instante, “en un abrir y cerrar de ojos” (1 Corintios 15:52). Nuestros cuerpos no estarán llenos de enfermedad en el Milenio, así que no necesitaremos la provisión de la sanidad.

La realidad de la sanidad divina nos pertenece ahora, porque es en esta vida que estamos sujetos a la enfermedad. El hecho consumado de que Jesús tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias nos pertenece hoy. Por eso no necesitamos orar: “sáname si es Tu voluntad”; porque Su Palabra nos muestra claramente cual es Su voluntad.

He escuchado gente preguntar, sin citar el verso completo; “¿Queeeee? ¿Pero Cristo no nos enseñó a orar: Padre, hágase tu voluntad?” Lo que no se dan cuenta estas personas es que el usar esta porción de la Biblia es solo usar la mitad de la verdad. Y como alguien dijo: “¡Cuídense de las medias verdades! ¡Puede que reciban la mitad incorrecta!”

Y como dice la ley de la hermenéutica: "Un texto sin contexto no es más que un pretexto, pero jamás un punto doctrinal".

Lo que Cristo nos enseño a orar es: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” Lo que Cristo nos estaba enseñando a orar es que la voluntad de Dios sea hecha aquí en la tierra así como es hecha en el cielo.

Y por ese motivo como no hay enfermedades ni dolencias en el cielo, entonces su voluntad es que tampoco haya enfermedades ni dolencias en la tierra. Si su voluntad se hace verdaderamente en la tierra como se hace en el cielo, no habrá enfermedades ni dolencias aquí en la tierra.

Un hombre dijo que el sabía que la voluntad de Dios era que no fuese sanado de una dolencia física que tenía. Decía que una mañana cuando se despertó, su cuarto se llenó de luz y alguien que tenía una túnica larga y blanca se le apareció. Aunque no vio su rostro, el hombre pensó que era Jesús. Esta persona le dijo: “No es mi voluntad sanarte.” Luego desapareció. El hombre aceptó como cierto que no era la voluntad de Dios sanarle.

No se dio cuenta de que era el diablo que lo estaba engañando.

Podemos estar tan seguros que la sanidad divina es la voluntad de Dios como lo estamos que salvar a los perdidos es Su voluntad. Nosotros lo sabemos porque conocemos Su Palabra; y Su Palabra es su voluntad.

La misma Biblia que dice en Juan 3:16 que "de tal manera amó Dios al mundo que dio a Hijo Unigénito para que todo aquel que crea en Él no se pierda sino que tenga vida eterna" es la misma que dice en Mateo 8:17 que “Él mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias.”

Es la misma Biblia que dice: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:4-5).

Y es la misma Biblia que dice: “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” (1 Pedro 2:24).

Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por siempre (Hebreos 13:8). El nunca cambia. El sigue sanando porque Su Palabra sigue vigente hoy.

sábado, 13 de abril de 2013

Primera Tradición: Dios Enferma a las Personas


Marcos 7:5-9
5  Le preguntaron,  pues,  los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos,  sino que comen pan con manos inmundas?
6  Respondiendo él,  les dijo: Hipócritas,  bien profetizó de vosotros Isaías,  como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí.
7  Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.
8  Porque dejando el mandamiento de Dios,  os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber;  y hacéis otras muchas cosas semejantes.
9  Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.

Unos de los mayores obstáculos para recibir la sanidad viene de las tradiciones de los hombres.

Estos obstáculos no solo vienen de la tradición, sino también de las supersticiones, y de la mala interpretación de las Escrituras.

Para poder quitar estos obstáculos que nos impiden recibir sanidad, veamos algunos de las más conocidas.

Primera Tradición
Dios Enferma a las Personas

Esta es una de las excusas que más he escuchado, que Dios enferma a las personas.

Muchos creyentes piensan que el diablo se fue de vacaciones y Dios está haciendo su trabajo sucio.

Es increíble como las personas leen la Biblia superficialmente, de modo que llegan a creer cosas sin tomar en cuenta el contexto general de la Biblia.

En los foros cristianos por Internet me he encontrado con mucha gente que les encanta acusar a Dios de ser el autor de las enfermedades y las cosas malas en general, les gusta defender su derecho para sufrir ya que piensan que esa es la voluntad de Dios. 

Por ejemplo, ellos usan el Antiguo Testamento para decir que Dios envía enfermedades sobre las personas.

Uno de sus versos favoritos es Éxodo 15:26 donde dice: “Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador.”

Otros versos que usan son Isaías 45:7 que dice: “Que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad (otras versiones dicen “creo el mal” y otras “creo la desgracia”). Yo Jehová soy el que hago todo esto.” Y Miqueas 1:12 donde dice: “Porque los moradores de Marot anhelaron ansiosamente el bien; pues de parte de Jehová el mal había descendido hasta la puerta de Jerusalén.”

Es obvio que estos pasajes escritos en la Versión Reina Valera no nos dan el verdadero significado del manuscrito original en idioma hebreo. Sabemos que Dios no crea las tinieblas; y que el mal no viene del cielo. Dios solo permite el mal, no lo crea.

El mal no puede venir del cielo, porque ahí no hay mal. Dios permitió que venga, pero no lo creó. Tampoco creó la enfermedad. Solo permite que venga como resultado de la desobediencia del hombre.

Como decía John Alexander Dowie: "La enfermedad es el asqueroso engendro de su padre el diablo y su madre el pecado."

El problema para esto es que los autores de la Biblia Reina Valera y otras versiones han hecho un mala traducción en varios pasajes y han traducido los versos en el sentido causativo cuando debería haber sido traducido en el sentido permisivo.

Robert Young, señala este error en su libro Sugerencias y Ayudas para la Interpretación Bíblica. Dice que Éxodo 15:26 se traduce literalmente de esta manera: “Ninguna enfermedad, que yo permití que sean traídas sobre los egipcios, permitiré que sean enviadas sobre ti, porque yo soy el Señor que te sana.”

Un caso particular es su aplicación del libro de Job, ellos afirman con convicción que Dios enfermó a Job; pero al leer un poco la Biblia nos damos cuenta que esto no fue así, No fue Dios quien lo hizo, Satanás fue quien lo hizo.

En Job 2:4-7 vemos esto claramente: “Respondiendo Satanás, dijo a Jehová: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida. Pero extiende ahora tu mano, y toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. Y Jehová dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano;  mas guarda su vida. Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza.”

Aquí la Biblia es clarísima cuando dice que no fue Dios quien enfermó a Job sino Satanás.

Como dice en Hechos 10:38: “Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.” 

Jesús es el sanador, y Satanás el enfermador.

No existe ningún caso en la Biblia en que Dios ó Jesús hayan puesto enfermedad sobre alguien.

Además si Dios era el que enfermaba a la gente, Jesús se levanto contra la voluntad misma de Dios ya que el sanó a todos los enfermos.

Ya basta de echarle la culpa a Dios del trabajo sucio de Satanás, echemos la culpa a quien realmente lo merece.

No es Dios quien te manda la enfermedad, sencillamente es un ataque del diablo.

viernes, 12 de abril de 2013

Redención y Sanidad


Redención y Sanidad

Una de las verdades más grandes de la Biblia es la de nuestra redención.

En su definición más simple la redención significa la liberación de la esclavitud mediante el pago de un precio.

En 1 Pedro 1:18-19 podemos ver claramente lo que significó nuestra redención: “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (Reina Valera 1960).

Eso fue lo que hizo Jesús por nosotros en la cruz.; fuimos rescatados de la esclavitud del pecado por medio del pago de un precio, la preciosa sangre de Jesús.

Veamos 4 palabras griegas que se encuentran en el Nuevo Testamento y que son muy importantes para poder entender nuestra redención.

1. AGORAZO

El término agorazo significa sencillamente comprar en un mercado; de manera más específica un mercado de esclavos; donde estos eran tratados peor que animales, siendo pateados, golpeados, molestados, comprados y vendidos; se les maltrataba para determinar cual era su temperamento.

Wuest dice acerca de esta palabra: “La primera (palabra para redención) es agorazo (1 Corintios 6:20), que significa comprar en un mercado de esclavos). Éramos esclavos del pecado. El precio de nuestro rescate fue pagado por Jesús, Su preciosa sangre. Pedro dice en su primera epístola (1:18) que no fuimos redimidos con las pequeñas monedas de plata y oro que se usaban para comprar un esclavo y sacarlo de la esclavitud, sino con sangre preciosa y grandemente honrada, de un cordero sin sangre ni contaminación, la sangre de Cristo. Además, los creyentes se han vuelto esclavos de nacimiento del Señor Jesús por derecho de compra. La palabra doulos, esclavo de nacimiento en Romanos 6:18, se refiere a uno nacido en esclavitud.”

Antes de venir Jesús, Satanás tenía el control del mercado de esclavos; ahora hemos sido redimidos; pero las personas que rechazan a Jesús siguen en ese mercado.

Veamos Romanos 6:17-20 para ver esto de manera más clara: “Pero gracias a Dios, ustedes, después de haber sido esclavos del pecado, han obedecido de corazón a la regla de doctrina que les ha sido transmitida y ahora, habiendo liberados del pecado, han llegado a ser esclavos de la justicia. Voy a hablarles en términos humanos, teniendo en cuenta la debilidad natural de su carne. Si antes entregaron sus miembros físicos, haciéndolos esclavos de la impureza y de la iniquidad cada vez mayor, pónganlos ahora al servicio de la justicia que lleva a la santificación. Porque cuando eran esclavos del pecado, ustedes estaban libres con respecto de la justicia” (Biblia Expandida de Fe).

Este pasaje nos da una idea muy clara de lo que pasaba antes de conocer a Jesús, estábamos en ese mercado de esclavo; esclavizados completamente al pecado; pero al recibir a Jesús y nacer de nuevo hubo un cambio; fuimos quitados de ese mercado y dejamos de ser esclavos del pecado; ahora somos esclavos de la justicia.

Como dice en 1 Corintios 6:20 ya hemos sido comprados: “Porque han sido comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios” (Nueva Biblia de los Hispanos).

La Biblia en Lenguaje Sencillo lo coloca de esta manera: “Cuando Dios los salvó, en realidad los compró, y el precio que pagó por ustedes fue muy alto. Por eso deben dedicar su cuerpo a honrar y agradar a Dios.”

Hemos sido comprados y rescatados del pecado; ahora tenemos un nuevo amo, al cual debemos honrar, agradar y glorificar, a Dios.

En Efesios 2:2 vemos cual era nuestra condición antigua: “En los cuales anduvisteis [de manera continua] en otro tiempo, siguiendo las corrientes y modas de este mundo [están bajo el vaivén de las tendencias de esta edad], conforme al príncipe de la autoridad del aire (la atmósfera inferior), [son obedientes y están bajo el control de] el espíritu [demoníaco] que ahora está operando en los hijos de desobediencia [los indiferentes, rebeldes, e incrédulos que están en contra de los planes y propósitos de Dios]” (Biblia Expandida de fe).

Ya no vivimos bajo las corrientes ni modas de este tiempo, ni tampoco esclavizados bajo el dominio de Satanás ya hemos sido hechos libres.

Ya hemos sido comprados y hecho libres.

Como dice en 1 Corintios 7:23: “Ustedes fueron comprados por un precio;  no se vuelvan esclavos de nadie” (Nueva Versión Internacional).

Somos libres por el pago de la Sangre de Jesús hace 2000 años por nosotros, así que no nos dejemos esclavizar por nadie.

2. EXAGORAZO

Este término griego significa ser removido o quitado del mercado de esclavos, sacado para ser hecho libre, rescatado de la perdición.

Wuest nos dice de esta palabra: “La segunda palabra que Pablo usa (para redención) es exagorazo; el comprar a un esclavo sacándolo del mercado. El esclavo de nacimiento del Señor Jesús es comprado no solo para ser su esclavo, sino que es comprado para salir del mercado de esclavos, para nunca volver a ponerlo en venta en ningún mercado de esclavos. Se vuelve esclavo del Señor Jesús por el tiempo y la eternidad.”

En Gálatas 3:13 podemos ver la aplicación de esta palabra: “Cristo compró nuestra libertad [redimiéndonos] de la maldición (el destino funesto) de la Ley [y su condenación] por [Si mismo] al hacerse maldición por nosotros, como está escrito [en las Escrituras], Maldito todo el que es colgado de un árbol (es crucificado)” (Biblia Amplificada).

Nuestro precio no fue el de un esclavo barato; Jesús dio todo lo que tenía, su vida misma.

En Gálatas 4:3-5 volvemos a ver esta palabra: “Así también nosotros, cuando éramos menores de edad (en la etapa de niñez), estábamos permanentemente sometidos a la esclavitud (servidumbre) de las leyes, las normas y los principios del mundo en que vivimos. Pero cuando llego la plenitud (el cumplimiento) de los tiempos [, es decir, el día señalado por Dios], Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido en sujeción a [las reglas y regulaciones de] la Ley, para redimir (pagar el rescate y liberar) a los que estaban sujetos a la Ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos [y podamos ser colocados en nuestra posición de hijos adultos]” (Biblia Expandida de Fe)

Cristo nos redimió para llevarnos de una posición de esclavos del pecado a hijos de Dios.

3. LUTROO

Lutroo significa simplemente el pagar un rescate.

Wuest dice de esta palabra: “La tercera palabra (para redención) es lutroo (1 Pedro 1:18, Tito 2:14). El sustantivo teniendo misma la raíz quiere decir “el dinero del rescate usado para liberar a un esclavo”. El verbo quiere decir: “liberar por el pago de un rescate.” El esclavo del Señor Jesús ha sido liberado de su primera esclavitud para pecar, para lograr en su vida aquello que para lo cual fue creado por Dios, para glorificar a Dios y disfrutar de Él por siempre.”  

En 1 Pedro 1:18-19 dice: “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir,  la cual recibisteis de vuestros padres,  no con cosas corruptibles,  como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo,  como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (Reina Valera 1960).

En Tito 2:14 dice: “Que se entregó a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad, y para purificar para sí un pueblo escogido, celoso por hacer el bien” (EUNSA).

Jesús nos redimió de toda iniquidad, para que pasemos de nuestro antiguo amo el diablo a nuestro nuevo amo Jesucristo, y podamos así tener comunión y servir a Dios.

4. APOLUTROSIS

Apolutrosis significa rescatar completamente, liberación, salvación, redención total.

Wuest nos dice de esta palabra: “La palabra redención es apolutrosos que Thayer define como sigue: ‘el redimir a uno pagando un precio, hacer que uno salga libre por recibir un precio’; el sustantivo, ‘la liberación efectuada por el pago de un rescate, liberación, liberación procurada por el pago de un rescate.’”

En Efesios 1:7 dice: “En quien tenemos redención (liberación, salvación y rescate) a través de su sangre, la remisión (perdón y libertad) de nuestros pecados (faltas y transgresiones), según las [abundantes] riquezas de su gracia (el favor y la buena voluntad de Dios hacia nosotros)” (Biblia Expandida de Fe).

En Romanos 3:24 dice: “Justificándose gratuitamente por su gracia, por la redención la en Cristo Jesús” (La Biblia de las Américas).

Hemos sido justificados gratuitamente por la gracia de Dios por medio de la redención que tenemos en Cristo Jesús.
Esto mismo es lo que hizo Jesús. Cuando Adán pecó, le dio todo el dominio a Satanás, y trajo el pecado, la enfermedad y la muerte al mundo. Pero Dios nos compró por la sangre de Jesucristo, y al aceptar la obra que Jesús hizo por nosotros somos hechos libres. 

Parte de la libertad que Jesús compró por nosotros fue que el sanó nuestras enfermedades.

En Gálatas 3:13 dice: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)”

En Deuteronomio 28:15-68 vemos que parte de la maldición de la ley eran las enfermedades; Cristo nos redimió de la maldición de la enfermedad.

En Mateo 18:16 dice: “Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra.”

Como queremos demostrar que Cristo nos redimió de la enfermedad veamos 3 testigos que nos dicen que Cristo nos redimió de la enfermedad. 

Nuestro primer testigo es Isaías.

En Isaías 53:4-5 se ve el primer testimonio de que Jesús nos redimió de la enfermedad: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.”

En este pasaje Isaías esta dando una mirada hacia el futuro. 800 años antes del nacimiento de Jesús, nos da una imagen de la obra de Jesús. 

En este pasaje vemos la doble obra de la redención: El perdón de pecados y la sanidad de nuestros cuerpos. Notemos que ambas van de la mano; Dios colocó la salvación y la sanidad en un mismo paquete. En la cruz Jesús pagó el precio de nuestra salvación y sanidad.

Nuestro segundo testigo es Mateo.

En Mateo 8:17, nos da su testimonio citando a Isaías: “Para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias.”

Mateo nos da una mirada al presente; recordemos que él fue un testigo presencial del ministerio de Jesús. Él nos está declarando que Jesús tomó nuestras enfermedades en su cuerpo.

Nuestro tercer testigo es Pedro.

En 1 Pedro 2:24, nos da su testimonio diciendo: “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis curados.”
Pedro nos da una mirada hacia el pasado; aunque fue un testigo presencial de la obra de Jesús, aquí  esta recordando las cosas que sucedieron unos treinta años antes.

De estos pasajes podemos tomar estas conclusiones:

La obra de la redención fue doble: Jesús perdonó nuestros pecados y sanó nuestras enfermedades.

La sanidad sigue vigente el día de hoy. En Hebreos 13:8 dice: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.” Es decir Jesús no ha cambiado. Isaías, 800 años antes; Mateo, mientras Jesús vivió: y, Pedro 30 años después dan testimonio de ello. Jesús sigue siendo el mismo, la sanidad sigue vigente.

En estos tres pasajes, se habla de la sanidad en tiempo pasado: “Él llevó,” “Él sufrió,” “Por sus llagas fuimos”; estas cosas nos hablan de un hecho en el pasado, por tanto, la sanidad es un hecho consumado.

Tu ya estas sanado, como Jesús ya completo su obra, solo debes de recibir lo que te pertenece. 

Una práctica común cuando ministro sanidad divina es mostrarle a la gente la obra de la redención que Jesús hizo por ellos, enseñándoles como es que Cristo ya sanó sus enfermedades.

Cuando la gente entiende que la sanidad por ellos ya fue pagada los animo para que reciban la sanidad que Jesús hizo por ellos.

Estaba predicando en una iglesia de Viña del Mar en Chile, cuando al final llegó una hermana con un rostro completamente decaído.

Le pregunté que tenía y me dijo que hacía cinco años tenía una migraña constante que no le pasaba con nada; había ido a muchos médicos y tomado todo tipo de medicinas pero nada mejoraba.

El dolor era tan intenso que en cinco años había bajado veinticinco kilos.

Esa noche había predicado de la sanidad en la redención, así que le leí los versos de Isaías, Mateo y 1 Pedro, y le pregunte: “¿En que tiempo están estos versos?” Y ella me respondió: “En tiempo pasado.”

Le volví a preguntar: “Si están en tiempo pasado, ¿Cómo está Ud.?"

Vi que una luz se encendió en su rostro y me dijo: “Estoy sana.” 

Le dije: “Si esta sana empiece a dar gracias por su sanidad, de gracias porque Jesús la sano en su obra redentora.”

Ella levantó las manos  y empezó a dar gracias porque Jesús la había sanado en su obra redentora.

Cuando terminó de  hacerlo le pregunte como se sentía, y ella me dijo que el dolor se había quitado totalmente.

Lo que no pudieron hacer los médicos ni las pastillas lo hizo Jesús cuando esta mujer se enteró lo que Él había hecho en la cruz.

Esto mismo sucederá contigo al darte cuenta de que Jesús ya terminó la obra de la redención; solo debes creer que la sanidad ya es tuya y recibir por fe lo que es tuyo.

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