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jueves, 2 de mayo de 2013

La Sanidad a través de la Biblia


La Sanidad a través de la Biblia

Hemos visto en Malaquías 3:6 y Santiago 1:17 que Dios no cambia. Es decir, si Dios hizo algo en el pasado, también lo hará hoy. 

Por eso, de la misma forma como Dios trató a la gente en el Antiguo Testamento, es la misma forma que lo hace en el Nuevo. 

Aun desde antes del Antiguo Pacto que Dios hizo con Israel podemos ver referencias de sanidad en la Biblia. 

El caso más saltante es el de la sanidad de la esterilidad de Sara a los noventa años para dar a luz a Isaac. 

Como dice en Hebreos11:11: “Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad,  porque creyó que era fiel quien lo había prometido.”

Isaac también oro por su esposa que era estéril y ella concibió: “Y oró Isaac a Jehová por su mujer,  que era estéril; y lo aceptó Jehová,  y concibió Rebeca su mujer”(Génesis 25:21). 

Veamos ahora la sanidad en el pacto que Dios hizo con Israel, que es conocido como la Ley o el Antiguo Pacto. 

En Éxodo 15:26 dice: “Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, he hicieres lo que es recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna de las enfermedades que envié a los egipcios te enviare a ti; porque yo soy Jehová tu sanador."

En este pasaje Dios le dice a Israel que mientras ellos caminen en su pacto, no tendrían ninguna enfermedad. 

Una traducción literal del hebreo en este pasaje es: “No permitiré ninguna de  las enfermedades  que permití en los egipcios.” Dios no envió las enfermedades sobre los egipcios, Él permitió que las enfermedades llegasen a ellos pues no estaban bajo su protección. Satanás fue quien los enfermó.

Dios declara aquí que Él es el Sanador. La palabra hebrea que se usa es Jehová – Rapha, que significa: “Yo soy Jehová tu medico, soy el Dios que te sana.” Dicho de otro modo, nuestro medico es el Dr. Jehová. 

En Éxodo 23:25-26 dice: “Mas a Jehová vuestro Dios serviréis, y el bendecirá tupan y tus aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti. No habrá mujer que aborte, ni estéril en tus tierras; y yo completaré el número de tus días.”

El vuelve a reafirmarse como nuestro medico, y luego dice que el completará el número de nuestros días. 

Cuando enseño sanidad divina hay una pregunta que siempre me hace la gente: “Si Dios proveyó sanidad, ¿de que moriremos?” 

Siempre les digo que no tenemos por qué morir enfermos; veamos la muerte de algunos de los patriarcas:

En Génesis 25:8, hablando de Abraham dice: “Y exhaló el espíritu, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de años....”

Veamos ahora el caso de Isaac en Génesis 35:29: “Y exhaló Isaac el espíritu, y murió, y fue recogido con su pueblo, viejo y lleno de días....”

Luego hablando de Jacob en Génesis 49:33 dice: “Y cuando acabó Jacob de dar mandamientos a sus hijos, encogió los pies en la cama y expiró....”

Esa es una buena manera de morir; tanto Abraham, como Isaac y Jacob murieron sin enfermedades ni dolor, y llenos de días, solamente entregaron su espíritu. 

Esa es la forma que Dios quiere que partamos al Cielo, sin enfermedad ni dolor, completando el número de nuestros días, habiendo cumplido el plan que Dios tiene para nosotros. 

Hace algunos años me tocó dar la noticia de la partida del Hermano Kenneth Hagin al Cielo, le dije a los hermanos que él sencillamente terminó su desayuno, sonrió a su esposa y se fue, sin enfermedad ni dolor, simplemente entregó su espíritu. 

En Deuteronomio 7:12-15 dice: “Y por haber oído estos decretos, y haberlos guardado y puesto por obra, Jehová tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres. Y te amará y bendecirá y te multiplicará, y bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano, tu mosto,  tu aceite, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría. Bendito serás más que todos los pueblos; no habrá en ti varón ni hembra estéril, ni en tus ganados. Y quitará Jehová de ti toda enfermedad; y todas las malas plagas de Egipto que tu conoces, no las pondrá sobre ti, antes las pondrá sobre todos lo que te aborrecieren.”

Dios no permitió que hubiera enfermedad en ellos mientras caminaron en Su pacto. Recuerda que el verso 15 dice: “Y quitará Jehová de ti toda enfermedad.”

Si leemos los Salmos veremos que están llenos de versos de sanidad.

En el Salmo 103:3-5 dice: “El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila.”

Es evidente que la enfermedad vino por causa de la desobediencia de la ley pues: “El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias.” De ahí podemos concluir que el perdón por su pecado significaba la sanidad de sus cuerpos. 

En el Salmo 105:37dice: “Los sacó con plata y oro; y no hubo en sus tribus enfermo.”

Siempre recuerdo la escena de la película “Los Diez Mandamientos”, cuando un jovencito esta empujando a un anciano ciego que le decía: “Yo no veré la tierra prometida, pero tú si”.

¡Nada más lejos de la verdad! 

Cuando Dios sacó a su pueblo de Egipto, la Biblia dice que no había ningún enfermo. Todo el pueblo que salió de Egipto, estaba sano. 

Es interesante ver, que en ese momento, cuando todo el pueblo de Dios estaba saliendo de Egipto, y aun no habían tenido tiempo de quebrantar el pacto, todo el pueblo de Israel estaba sano.

En el Salmo 107:17-20 vemos que la enfermedad vino a ellos debido a su rebeldía contra la Palabra de Dios. 

“Fueron afligidos los insensatos, a causa del camino de su rebelión y a causa de sus maldades; su alma abominó todo alimento, y llegaron hasta las puertas de la muerte. Pero clamaron a Jehová en su angustia, y los libró de sus aflicciones. Envió su palabra y los sanó, y los libró de su ruina.”

La rebelión contra el pacto que tenían con Dios provocó la enfermedad en ellos, a tal grado que estaban a punto de morir.

Al clamar ellos a Dios, al dejar su rebelión y volver al pacto, Dios envió Su Palabra y los sanó.

¿Por qué sucedió esto? 

Debido a que ellos se salieron, por decisión propia, de la protección del pacto que Dios tenía con ellos. 

El pacto que Dios hizo con ellos era como un paraguas. Si en un día lluvioso estamos debajo de un paraguas, no nos mojaremos; pero si en plena lluvia nos salimos del paraguas, terminaremos empapados. 

Así sucedió con Israel; cuando ellos se salieron del pacto pordecisión propia, no pudieron ser protegidos del ataque del diablo, y se enfermaron. Pero, cuando ellos clamaron a Dios, y volvieron a su pacto, Dios envió Su Palabra y los sanó. 

Aquí encontramos la clave de la sanidad divina: Dios siempre nos sana a través de Su Palabra. 

Aunque todos estos versos que hemos visto tratan de Israel; eso no significa que Dios no haya provisto sanidad para nosotros en el Nuevo Pacto.

Si hacemos un estudio de Israel en la Biblia, veremos que ellos no eran hijos de Dios, eran siervos de Dios. 

En Levíticos 25:55 dice: “Por que mis siervos son los hijos de Israel; son siervos míos, a los cuales saque de la tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro Dios.” Y en Isaías 41:8 dice: “Pero tu, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo.”

Dios llama al pueblo de Israel: “mis siervos.” El problema es que la traducción literal para siervo es esclavo. 

Sin embargo en Juan 1:12 dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio la potestad de ser hechos hilos de Dios.”

Dios llama a los creyentes: “hijos.”

Si Dios quiere que sus esclavos estén sanos, ¿cuánto más sus hijos? 

En Hebreos 8:6 dice: “Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejore promesas.”

Nosotros estamos en un mejor pacto que el pueblo de Israel; un pacto que está establecido sobre mejores promesas.

¿Qué significa que algo sea mejor que otro?

Por ejemplo, ¿qué es mejor, un billete de $10 ó un billete de $100?

Ciertamente un billetede $100. ¿Por qué? Porque un billete de $100 contiene al billete de $10; es decir, $100pueden comprar todo lo que $10 y muchísimo más. 

Esto ocurre del mismo modo con el Antiguo y el Nuevo Pacto. El Nuevo pacto incluye al Antiguo. Es decir el Nuevo Pacto posee todas las cosas que tiene el Antiguo Pacto y muchísimo más. 

Si Dios proveyó sanidad para sus esclavos en el Antiguo Pacto; también la ha provisto para sus hijos en el Nuevo Pacto.

Volviendo al Salmo 107:20, dice que: “Envió su palabra y los sanó, y los libró de su ruina.”

En Juan 1:13,14 vemos cual es “su palabra”: “En el principio era el Verbo (Logos), y el Verbo (Logos) era con Dios, y el Verbo (Logos) era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. Y aquel Verbo (Logos) fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”

La traducción Verbo de la Reina Valera es muy pobre ya que en el griego dice Logos, que significa palabra y no verbo. 

Jesús es la palabra que Dios envió para sanar nuestras enfermedades y dolencias. Como vimos anteriormente, Jesús mismo tomó nuestras enfermedades y dolencias.

No es la voluntad de Dios que ningún creyente pase enfermedades en esta tierra y mueran antes de tiempo, sino que completen el número de sus días. 

En Santiago 5:14 se pregunta a la iglesia: “¿Está alguno enfermo entre vosotros?” De esta pregunta vemos que no era común que hubiese enfermos entre los creyentes. 

Esto es porque se suponía que los creyentes deberían conocer lo que dice en Mateo 8:17: “Para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias.” Y 1 Pedro 2:24 donde dice: “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis curados.”

Deberían conocer estos versos y caminar en salud divina.

En el Nuevo Pacto la iglesia tiene sanidad divina. 

Somos hijos de Dios y El proveyó sanidad para nosotros. 

miércoles, 17 de abril de 2013

Segunda Tradición Quizás No Sea la Voluntad de Dios Sanarme


Segunda Tradición
Quizás No Sea la Voluntad de Dios Sanarme

Aquí hay otra excusa religiosa favorita de la gente para no recibir su sanidad.

Muchas personas que cuando oran por sanidad piensan que deben terminar con la frase: “Si es Tu voluntad.”

Escuche un programa de cristiano de televisión en que una mujer oraba por su hijo enfermo: “Señor si es Tú voluntad sánalo y si es Tú voluntad llévalo contigo.”

Cuando su hijo murió pensó que esa había sido la voluntad de Dios; y anunciaba públicamente que eso fue un trato de Dios con ella.

Ese tipo de oración es total falta de conocimiento de la voluntad de Dios, porque claramente está escrito en Su Palabra que Su voluntad es sanarnos.

Imagínate esta escena: le has estado predicando a un amigo y empiezan hacer la oración para recibir a Jesús, de pronto este pecador ora: “Señor, sálvame si es Tu voluntad.”

Que ridiculez tan grande, que tal falta de conocimiento de la Palabra; sabemos claramente que en 2 Pedro 3:8 dice que el Señor no esta “queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”

También dice que “. . . el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17). Por eso, el pecador jamás debe orar: “Si es Tu voluntad.”

Esto es tan tonto como el que un hijo de Dios ore: “Señor, sáname si es tu voluntad.”

Como hemos visto, Dios ya nos declaró Su Palabra y nos dijo claramente que Jesús ya pagó el precio de nuestra sanidad. Como está escrito en Mateo 8:17: “El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.”

Cuando leemos este verso y nos damos cuenta completamente lo que realmente está diciendo, va a provocar el punto de quiebre en nuestras vidas, porque seremos capaces de enfatizar la palabra “nuestras.” Declararemos confiadamente que Jesús mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias; y que por sus llagas hemos sido sanados.

Al decir confiadamente que Jesús tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias; traerá nuestra sanidad directamente a donde vivimos. Nunca más tendremos que llevar nuestras enfermedades. ¡Él las llevo para que nosotros podamos estar libres!

Cuando llegué a Santiago de Chile estaba con 2 maletas bien pesadas, lo último que quería hacer era llevarlas, un hermano cargó las maletas por mí y las llevó al lugar donde me alojaba; fue un gran alivio, ya no tenía que llevar mis maletas, el hermano lo hizo por mí.

Del mismo modo Jesús ya llevó nuestras enfermedades; así que no hay necesidad alguna de que ambos las llevemos. Si Jesús las llevó para que fuésemos libres, ¿Por qué debemos orar “si es tu voluntad”? ¡La Biblia declara cual es su voluntad!

A la mayoría de personas que no creen en la Sanidad Divina no les gusta este versículo.

Una persona me dijo en un foro de Internet que este verso significa que Cristo tomó las enfermedades de la gente que vivió en su tiempo, pero que no es para nosotros hoy.

Parece que se olvidó que Mateo escribió su evangelio después que Jesús murió. Si la sanidad solo era para los que vivieron cuando Jesús vivió en la tierra, Mateo hubiera escrito: “El mismo tomó SUS enfermedades y llevó SUS dolencias.” Pero Mateo no escribió eso. El Espíritu Santo, a través de Mateo, escribió: “El mismo tomó NUESTRAS enfermedades y llevó NUESTRAS dolencias.”

Otra persona desarrolló la teoría de que este verso en vez de referirse al pasado, se refiere al futuro, que este verso se cumplirá en el Milenio. Pero esto no puede ser cierto, porque entonces no habrá necesidad de sanidad, ya que la maldición será quitada.

Pablo dijo que seríamos transformados en un instante, “en un abrir y cerrar de ojos” (1 Corintios 15:52). Nuestros cuerpos no estarán llenos de enfermedad en el Milenio, así que no necesitaremos la provisión de la sanidad.

La realidad de la sanidad divina nos pertenece ahora, porque es en esta vida que estamos sujetos a la enfermedad. El hecho consumado de que Jesús tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias nos pertenece hoy. Por eso no necesitamos orar: “sáname si es Tu voluntad”; porque Su Palabra nos muestra claramente cual es Su voluntad.

He escuchado gente preguntar, sin citar el verso completo; “¿Queeeee? ¿Pero Cristo no nos enseñó a orar: Padre, hágase tu voluntad?” Lo que no se dan cuenta estas personas es que el usar esta porción de la Biblia es solo usar la mitad de la verdad. Y como alguien dijo: “¡Cuídense de las medias verdades! ¡Puede que reciban la mitad incorrecta!”

Y como dice la ley de la hermenéutica: "Un texto sin contexto no es más que un pretexto, pero jamás un punto doctrinal".

Lo que Cristo nos enseño a orar es: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” Lo que Cristo nos estaba enseñando a orar es que la voluntad de Dios sea hecha aquí en la tierra así como es hecha en el cielo.

Y por ese motivo como no hay enfermedades ni dolencias en el cielo, entonces su voluntad es que tampoco haya enfermedades ni dolencias en la tierra. Si su voluntad se hace verdaderamente en la tierra como se hace en el cielo, no habrá enfermedades ni dolencias aquí en la tierra.

Un hombre dijo que el sabía que la voluntad de Dios era que no fuese sanado de una dolencia física que tenía. Decía que una mañana cuando se despertó, su cuarto se llenó de luz y alguien que tenía una túnica larga y blanca se le apareció. Aunque no vio su rostro, el hombre pensó que era Jesús. Esta persona le dijo: “No es mi voluntad sanarte.” Luego desapareció. El hombre aceptó como cierto que no era la voluntad de Dios sanarle.

No se dio cuenta de que era el diablo que lo estaba engañando.

Podemos estar tan seguros que la sanidad divina es la voluntad de Dios como lo estamos que salvar a los perdidos es Su voluntad. Nosotros lo sabemos porque conocemos Su Palabra; y Su Palabra es su voluntad.

La misma Biblia que dice en Juan 3:16 que "de tal manera amó Dios al mundo que dio a Hijo Unigénito para que todo aquel que crea en Él no se pierda sino que tenga vida eterna" es la misma que dice en Mateo 8:17 que “Él mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias.”

Es la misma Biblia que dice: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:4-5).

Y es la misma Biblia que dice: “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” (1 Pedro 2:24).

Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por siempre (Hebreos 13:8). El nunca cambia. El sigue sanando porque Su Palabra sigue vigente hoy.

lunes, 16 de marzo de 2009

Como Ministrar la Sanidad Divina a Otros - Parte 6

Lo segundo que debes hacer es conocer lo que la Biblia dice acerca de la sanidad divina

Mucha gente no recibe sanidad y no puede ayudar a otros porque no sabe lo que la Biblia enseña de la sanidad divina, y está lleno de tradiciones, lleno de religiosidad, lleno de ideas preconcebidas, lleno de temor.

Hace años conocí un pastor joven, que tenía unos 40 años, al que le dio cáncer, que decía que Dios le dio el cáncer para enseñarle algo.

Nunca supimos lo que Dios le quiso enseñar porque se fue al cielo.

Y sería gracioso sino es porque fue tan triste.

Mucha gente se va al cielo antes de tiempo diciendo: "Yo se que Dios me va ha sanar; algún día Él me sanará".

La sanidad no es algo en el futuro.

La sanidad se pagó hace 2,000 años.

En la misma cruz que Jesús estaba muriendo por nuestros pecados también sanó nuestros cuerpos.

En Isaías 53:4-5 podemos ver esto: "Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados."

Notemos que son palabras en tiempo pasado.

"Llevó" está en tiempo pasado.

"Sufrió" también está en tiempo pasado.

"Fuimos" está en tiempo pasado.

domingo, 6 de julio de 2008

La Sanidad y la Redención

Muchas personas no logran recibir su sanidad porque nos saben lo que Dios piensa de la enfermedad, lo cual se revela claramente en la Biblia.

Si leemos la Biblia desde el principio veremos que Dios nunca ha estado a favor de la enfermedad, ya que Él no la creo ni tampoco se encuentra en el cielo

Debemos entender que Dios es un Dios que no cambia y lo que el piensa de la enfermedad sigue siendo lo mismo.

En Éxodo 3:13-14 cuando Dios se reveló a Moisés le dijo esto: “Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.”

Dios se reveló a Moisés como el que es. Jehová significa: El que es, el que era, y el que ha de venir. Dios no ha cambiado, Él es el eterno presente. Dios siempre ha sido el mismo

En Malaquías 3:6 dice: “Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos.” En Santiago 1:17 dice: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.”

Dios no ha cambiado, El siempre ha sido el mismo. Él es un buen Dios, que siempre esta dando buenas cosas.

En Mateo 7:11 dice: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto mas vuestro Padre Celestial dará buenas cosas a los que les pidan?” Otra vez nos encontramos con que Dios está listo para darnos cosas buenas.

¿Será la enfermedad una cosa buena?

En Mateo 6:9-13 Jesús nos enseño la oración que llamamos El Padrenuestro, en el verso 10 Jesús nos dijo que oremos así: “Venga tu reino, hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.”

¿Cuál es la voluntad de Dios en el Cielo? Para saber la respuesta debemos ver lo que dice la Biblia. En Apocalipsis 21:4 dice: “Enjugará Dios toda lagrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá mas llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.”

El dolor y la muerte son dos consecuencias de la enfermedad, y en este pasaje dice que ya no existirán más, porque las primeras cosas pasaron. Es decir, en el Cielo no habrá más enfermedad.

Si la voluntad de Dios es que no haya enfermedades en el Cielo, Su voluntad es que no haya enfermedades en la tierra.

Sin embargo, la enfermedad existe en la tierra debido al pecado que entró en la tierra por causa de Adán.

Nuestra pregunta es: ¿De que forma proveyó sanidad en la tierra?

Por la obra que Jesús hizo en la redención.

Veamos lo que dice Mateo 18:16 en la Versión Amplificada dice: “Pero si no te escucha, anda con uno o dos mas, para que toda palabra sea confirmada y sostenida por el testimonio de dos o tres testigos.”

En este capitulo vamos ha ver a tres testigos: Isaías, Mateo y Pedro; que testificaran que en la obra de la redención, Jesús tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias.

Primero veamos que cosa es la redención.

El diccionario define la palabra redención de esta manera:

1. Rescatar de la esclavitud a un cautivo mediante un precio.

2. Comprar de nuevo una cosa que se había poseído antes.

3. Dejar libre una cosa sujeta a una carga u obligación que pesa sobre ella.

4. Librar de una obligación, o extinguirla.

Para dar un ejemplo de la redención contare la historia de El Barco de Pepito:

Pepito tenía un barquito de madera, que su padre le había construido. Estaba muy orgulloso de él, porque su padre se lo había regalado y porque era muy hermoso. Todos los días iba al río para jugar con él.

Pero un día vino una corriente de agua que se lo llevó muy lejos, y no lo pudo ver más. Se fue triste a su casa y se lo contó a su padre.

Varios días después, el padre vio el barquito en el escaparate de una juguetería. Compro el barquito y se lo volvió ha dar a Pepito. Ese día Pepito recuperó su barquito.

Esto mismo es lo que hizo Jesús. Cuando Adán pecó, le dio todo el dominio a Satanás, y trajo el pecado, la enfermedad y la muerte al mundo. Pero Dios nos compró por la sangre de Jesucristo, y al aceptar la obra que Jesús hizo por nosotros somos hechos libres.

Veamos ahora a nuestros tres testigos:

Nuestro primer testigo es Isaías.

En Isaías 53:4-5 se ve el primer testimonio de que Jesús nos redimió de la enfermedad: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.”

En este pasaje Isaías esta dando una mirada hacia el futuro. 800 años antes del nacimiento de Jesús, nos da una imagen de la obra de Jesús.

En este pasaje vemos la doble obra de la redención: El perdón de pecados y la sanidad de nuestros cuerpos. Notemos que ambas van de la mano; Dios colocó la salvación y la sanidad en un mismo paquete. En la cruz Jesús pagó el precio de nuestra salvación y sanidad.

Nuestro segundo testigo es Mateo.

En Mateo 8:17, nos da su testimonio citando a Isaías: “Para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias.”

Mateo nos da una mirada al presente; recordemos que él fue un testigo presencial del ministerio de Jesús. Él nos está declarando que Jesús tomó nuestras enfermedades en su cuerpo.

Nuestro tercer testigo es Pedro.

En 1 Pedro 2:24, nos da su testimonio diciendo: “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis curados.”

Pedro nos da una mirada hacia el pasado; aunque fue un testigo presencial de la obra de Jesús, aquí esta recordando las cosas que sucedieron unos treinta años antes.

De estos pasajes podemos tomar estas conclusiones:

1. La obra de la redención fue doble: Jesús perdonó nuestros pecados y sanó nuestras enfermedades.

2. La sanidad sigue vigente el día de hoy. En Hebreos 13:8 dice: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.” Es decir Jesús no ha cambiado. Isaías, 800 años antes; Mateo, mientras Jesús vivió: y, Pedro 30 años después dan testimonio de ello. Jesús sigue siendo el mismo, la sanidad sigue vigente.

3. En estos tres pasajes, se habla de la sanidad en tiempo pasado: “Él llevó,” “Él sufrió,” “Por sus llagas fuimos”; estas cosas nos hablan de un hecho en el pasado, por tanto, la sanidad es un hecho consumado.

4. Tu ya estas sanado, como Jesús ya completo su obra, solo debes de recibir lo que te pertenece.

Estaba predicando en una iglesia de Viña del Mar en Chile, cuando al final llegó una hermana con un rostro completamente decaído.

Le pregunté que tenía y me dijo que hacía cinco años tenía una migraña constante que no le pasaba con nada; había ido a muchos médicos y tomado todo tipo de medicinas pero nada mejoraba.

El dolor era tan intenso que en cinco años había bajado veinticinco kilos.

Esa noche había predicado de la sanidad en la redención, así que le leí los versos de Isaías, Mateo y 1 Pedro, y le pregunte: “¿En que tiempo están estos versos?” Y ella me respondió: “En tiempo pasado.”

Le volví a preguntar: “Si están en tiempo pasado, ¿Cómo está Ud.?

Vi que una luz se encendió en su rostro y me dijo: “Estoy sana.”

Le dije: “Si esta sana empiece a dar gracias por su sanidad, de gracias porque Jesús la sano en su obra redentora.”

Ella levantó las manos y empezó a dar gracias porque Jesús la había sanado en su obra redentora.

Cuando terminó de hacerlo le pregunte como se sentía, y ella me dijo que el dolor se había quitado totalmente.

Lo que no pudieron hacer los médicos ni las pastillas lo hizo Jesús cuando esta mujer se enteró lo que Él había hecho en la cruz.

Jesús ya terminó la obra de la redención, solo debes acercarte a Él y recibir lo que es tuyo.

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