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viernes, 31 de mayo de 2013

Sabiendo que la Sanidad te Pertenece

Sabiendo que la Sanidad te Pertenece

El mejor método de recibir sanidad es conocer que la sanidad te pertenece. Colocar en tu corazón Isaías 53:4-5, Mateo 8:17 y 1 Pedro 2:24; donde dice que Jesús tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias.

No estoy hablando de conocer estos versos de una manera mental. Eso te serviría tanto como decir “dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis.”

En Romanos 10:17 dice: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios.”

La fe viene cuando nosotros estamos colocando la Palabra de Dios en nuestro interior, una y otra vez hasta ser revelada en nuestro espíritu.

Continuar colocándola hasta que forme parte de nosotros.

En 1987 estaba jugando fútbol con varios hermanos de la iglesia; yo jugaba de defensa, y en un momento que un delantero venia rápidamente, yo coloque mi pierna para quitarle el balón. Como la venia muy rápido, al golpear nuestras piernas me fracture la rodilla.

Estuve estudiando y proclamando la Palabra, respecto a mi sanidad, durante tres días, pero nada sucedió sino empeore. Así que fui al doctor.

La rodilla había duplicado su tamaño, así que el doctor me puso un yeso en la pierna. Me dijo que debía usarlo por dos semanas, y luego usar una venda elástica por tiempo indefinido; me advirtió, además, que no le echase agua al yeso.

Estuve tres días en mi casa depositando la Palabra de Dios en mi interior, hasta que la fe se formó en mi; en ese momento tuve la fe para sanidad, supe que la sanidad estaba a mi disposición.

Esa noche fui a un servicio; y mientras escuchaba la enseñanza, el Espíritu Santo me dijo: “Si dices que estas sano, ¿qué haces con un yeso?”

Así que la mañana siguiente, me metí en la ducha y luche con el yeso durante una hora para poder sacármelo. Cuando logró salir, me di cuenta que mi rodilla estaba completamente sana; todavía continúa así hasta hoy.

En Josué 1:8 dice: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditaras en él, para que guardes y hagas conforme a lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.”

Eso fue lo que me pasó, continué meditando la Palabra de día y de noche respecto a mi sanidad, hasta que finalmente llegó la fe para ser sanado, y recibí mi sanidad.


Eso es lo que debes hacer, medita  una y otra vez los versículos que te ofrecen sanidad hasta que la fe se produzca en tu corazón, y puedas recibir lo que Dios ya te dio.

Cuando tengas plena certeza de que Jesús ya te sanó declara en voz alta la Palabra de Sanidad: "Soy sano ahora porque Jesús tomó mis enfermedades y llevó mis dolencias. Lo tengo ahora porque soy sano por las llagas de Jesús." 

domingo, 26 de mayo de 2013

Recibiendo Sanidad Divina por Medio de la Oración de Acuerdo

Recibir Sanidad 
Haciendo la Oración de Acuerdo 

Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que esta en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
- Mateo 18:19-20

La Versión Amplificada de la Biblia lo traduce así: “Otra vez les digo, que si dos de ustedes se ponen de acuerdo (armonizan, hacen juntos una sinfonía) en la tierra acerca de alguna (cualquiera y toda) cosa que pidan, ocurrirá y será hecha por mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres se reúnen (unidos como mis seguidores) en mi nombre, allí estaré yo en medio de ellos.”

Por lo general mucha gente usa el versículo 20 fuera de contexto y dicen que 2 o 3 es el número mínimo para una iglesia. Pero la verdad es que está mostrando otra cosa ya que está ligado con el versículo anterior.

Lo que el versículo 20 quiere decir es: “Cuando dos personas están de acuerdo en oración, ahí está Jesús para respaldar lo que pidan.” Esta oración es exitosa porque Jesús es el que la respalda.

Para entender mejor este tipo de oración desmenucemos este pasaje.

Lo primero que se necesita es dos personas de acuerdo.

Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra.

La palabra griega para pusieren de acuerdo es sumphoneo; que significa según W. E. Vine: “estar en acuerdo, principalmente en instrumentos musicales, se usa en el Nuevo Testamento para el acuerdo de personas respecto a una materia”.

De esta palabra es que viene sinfonía. Por eso la versión amplificada dice: “armonizan, hacen juntos una sinfonía.”

En nuestra iglesia local “La Palabra de Fe” (hoy La Comunidad Carismática de Lima) en Lima, Perú; participe del ministerio de música tocando la guitarra acústica.

En el grupo había varios instrumentos; guitarra acústica y eléctrica, bajo, sintetizadores, batería, bongo y trompeta, además de los cantantes.

Todos los viernes nos reuníamos para practicar las canciones que íbamos a cantar el domingo y aprender nuevas canciones para servicios futuros. A veces pasábamos más de una hora por canción, y a veces durante varias semanas, para poder tocar en armonía; pues, si no tocábamos juntos iba a salir mal la música del servicio.

Para el domingo estábamos listos para hacer una sinfonía, para que todo instrumento y voz se acoplen, y podíamos ser de bendición para la gente.

Si alguien no estaba preparado, y tocaba en otra nota o fuera de ritmo, iba ha causar confusión en el grupo, por eso el que no iba al ensayo, no tocaba o cantaba.

Para que hubiera sinfonía, todo el grupo debía estar acoplado y unido.

Lo mismo sucede con la oración.

Estando en el ministerio muchísimos años, en muchas ocasiones personas se me acercan para pedirme que oré de acuerdo con ellos. Por lo general, antes de orar les pregunto si creen que van a recibir lo que pidamos. Si ellos me dicen que si, hago la oración con ellos y veo que reciben lo que han creído. Pero, si me dicen: “Pastor, eso espero,” yo les digo que no voy a ora con ellos, porque no habría un acuerdo, ya que mientras ellos está esperando,  yo estoy creyendo. Si por casualidad hacíamos la oración, nunca recibían de Dios.

Lo segundo que debemos ver es que nuestra oración debe tener una meta: ellos deben querer alguna cosa.

Acerca de cualquier cosa que pidieren.

Debemos entender que para Dios no hay límites.

En Marcos 10:27, Jesús les dijo a sus discípulos: “Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios.” En Mateo 1:37 el ángel Gabriel le dijo a María: “Porque nada hay imposible para Dios.”

Dios no tiene límites, somos nosotros los que limitamos a Dios. Para Dios no hay imposibles, todo lo que le pedimos, nos lo dará.

Tú también debes hacer algo para recibir de Dios.

En Marcos 9:23 Jesús le dijo al padre del endemoniado: “Jesús le dijo: Si puedes, al que cree todo le es posible.”

No importa que enfermedad tengas, para Dios no hay imposibles, puede que tengas cáncer, sida, diabetes, o lo que sea, para Dios no hay imposibles.

No le coloques un límite a Dios, el solo quiere que le pidas.

No seas de aquellos que dicen: “La sanidad no es para mí, yo soy uno de aquellos que Dios no va a sanar.”

Recuerda que no hay imposibles para Dios; al decir eso, le estás diciendo a Dios que no puede sanarte. El diablo es “el enfermador,” al decir que Dios no puede quitarte una enfermedad que el diablo te puso, estas diciendo que el diablo es mayor que Dios. ¿Estas dispuesto a creer eso?

No le pongas un límite a Dios, él tiene el poder para darte todo lo que le pidas, él sanará tu enfermedad.

Lo tercero es que Dios responderá tu oración.

Como dice al final del verso: “Les será hecho por mi Padre que esta en los cielos.” Esto significa que Dios te lo dará.

En 1 Juan 5:14-15 dice: “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que le pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.”

Dios siempre responde tu oración y te da lo que le pides cuando oras de acuerdo a su voluntad; y la sanidad divina es parte de su voluntad. Por eso, Dios te dará todo lo que le pidas cuando estés de acuerdo con otra persona.
           
Lo cuarto que debes hacer es orar en el nombre de Jesús.

Como dice el verso 20: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”

De ahí vemos que la oración de acuerdo debe ser hecha en el nombre de Jesús.

¿Y que pasa cuando oramos en el nombre de Jesús? En Juan 16:23-24 dice que recibiremos todo lo que le pidamos.


Por eso, puedes hacer la oración de acuerdo con otra persona para recibir tu sanidad.

lunes, 20 de mayo de 2013

¿Extremaunción o Unción Extrema?


Ungiendo con Aceite 
en el Nombre de Jesús


En Santiago 5:14-15 dice: “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubieren cometido pecados, le serán perdonados.”

En la Iglesia Católica han reemplazado esta oración por sanidad, por una oración para preparar al enfermo para la muerte. Sin embargo este pasaje dice: “Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará.” Es decir, el enfermo no morirá, el enfermo se salvará y se levantará de la cama totalmente sano.

Nosotros no practicamos la extremaunción, no estamos preparando al enfermo para su muerte, practicamos la "unción extrema", vamos donde el enfermo cuando nos llama, lo ungimos con aceite en el nombre del Señor, hacemos la oración de fe y el enfermo es sanado.


Este es el método de sanidad divina en el que se requiere menos fe del enfermo. Porque se requiere que otra persona ore por él y que se utilice un elemento que es el aceite. 

Esto no significa que no se requiera fe, pues, en Hebreos 11:6 dice: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”

Además cuando el elemento del aceite se pone sobre el enfermo, el enfermo debe creer que en ese momento recibe su sanidad.

De ahí vemos que la fe es necesaria para poder recibir la sanidad. La pregunta es ¿cómo obtenemos la fe para recibir nuestra sanidad?

En Romanos 10:17 dice: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios.” Nuestra fe para recibir sanidad viene de estar oyendo la Palabra de Dios.

Es interesante notar, que en este verso se usa la palabra griega rhema para palabra. Rhema significa una materia o tema específico; es decir, una materia o específico acerca de la Palabra de Dios. Entonces, la fe viene por el oír, y el oír, por los temas específicos de la Palabra de Dios.

Es por eso que la fe para recibir sanidad viene por estar oyendo una y otra vez lo que Dios dice acerca de la sanidad divina en Su Palabra.

Si quieres tener fe recibir tu sanidad tendrás que estar oyendo una y otra vez Isaías 53:4-5; Mateo 8:17 y 1 Pedro 2:24, donde dice que Jesús tomó nuestras enfermedades, llevó nuestras dolencias, sufrió nuestros dolores y que por Sus llagas fuimos curados.

Al ir a la Palabra de Dios sabrás la voluntad de Dios respecto a su voluntad; y como dice en 1 Juan 5:14-15: “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa  conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que le pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.”

En Marcos 1:40-42 vemos una historia que nos muestra la voluntad de Dios respecto a la sanidad divina: “Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó y le dijo: Quiero, se limpio. Y así que él hubo hablado, al instante la lepra se fue de aquel, y quedó limpio.”

El leproso sabía que Jesús tenía el poder para sanarlo, pero no sabía si era la voluntad de Dios sanarlo.

En este pasaje Jesús muestra su voluntad hacia las enfermedades, Él tiene misericordia del enfermo y lo sana. Cuando Jesús le dijo al leproso: “Quiero, se limpio,” le estaba diciendo al mundo que él quería sanar a todos los hombres. Su voluntad es sanarnos.

En 3 Juan 2 volvemos a ver la voluntad de Dios respecto a la enfermedad: “Amado, yo deseo que tu seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.”

Una vez más nos encontramos con la voluntad de Dios, él desea que tengamos salud. El no desea que estemos enfermos.

Entonces al hacer la oración de fe por sanidad, estamos orando la voluntad de Dios, pues Dios quiere que estemos sanos.

Volviendo a la unción con aceite, podemos ver que en este tipo de oración, el enfermo llama a los ancianos de la iglesia para que lo unjan con aceite en el nombre de Jesús y hagan la oración de fe por él.

Los discípulos de Jesús usaron este método en Marcos 6:13, cuando Jesús envió a los doce de dos en dos: “Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban.”

En este tipo de oración, el aceite es un símbolo de la unción del Espíritu Santo, y es un punto de contacto en el cual el enfermo desata su fe para ser sanado. Pero notemos que no es el aceite sino la oración de fe que hacen los ancianos de la iglesia lo que sana al enfermo.

Una señora llamó a su iglesia pidiendo que vaya el pastor a su casa porque su esposo se estaba muriendo; le respondieron las hermanas ancianas que se reunían para orar en la iglesia y le dijeron que no estaba en ese momento. Preguntó por la pastora y le dijeron que tampoco estaba.

Una de ellas dijo: "Nosotros somos las más ancianas de la iglesia, y la Biblia dice que los ancianos unjan al enfermo con aceite, así que dile que vamos nosotras."

Así que tomaron un taxi y se fueron a ver al enfermo.

Cuando llegaron a la casa le preguntaron a la hermana que llamó si tenía aceite, y les dijo que solo tenía una botella con aceite de cocina; le dijeron que los de y fueron a ver al enfermo.

El pobre hombre estaba inconsciente en la cama, el color de su piel mostraba su enfermedad. Las hermanas al verlo le echaron encima toda la botella de aceite e hicieron la oración de fe: "En el nombre de Jesús se sano." Y el hombre fue completamente sanado. Salió de la inconsciencia y el color le volvió as la piel.

Las ancianas de la iglesia habían hecho la oración de fe.

Hay algo mas que dice este pasaje: “Y si hubieren cometido pecados, le serán perdonados.”

Muchos enfermos piensan que Dios no los va ha sanar porque han hecho muchas cosas malas. Se sienten indignos de recibir el perdón de Dios. Sin embargo, aquí dice que sus pecados le serán perdonados. 



Estaba acompañando a una amiga al hospital de Neoplásicas en Lima, donde hacen tratamiento especializado para el cáncer, y ella escuchó que una mujer le predicaba a una otra diciéndole que estaba enferma porque estaba en pecado.

Que tal ignorancia, trayendo más condenación y culpabilidad a la pobre enferma cuando aquí dice que si hubiere cometido pecados sus pecados le serán perdonados.

La sanidad y el perdón van de la mano.

Así que, si no tienes fe para recibir sanidad por ti mismo, anda y llama a los ancianos de la iglesia para que te unjan con aceite y hagan por ti la oración de fe. 


viernes, 12 de abril de 2013

Redención y Sanidad


Redención y Sanidad

Una de las verdades más grandes de la Biblia es la de nuestra redención.

En su definición más simple la redención significa la liberación de la esclavitud mediante el pago de un precio.

En 1 Pedro 1:18-19 podemos ver claramente lo que significó nuestra redención: “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (Reina Valera 1960).

Eso fue lo que hizo Jesús por nosotros en la cruz.; fuimos rescatados de la esclavitud del pecado por medio del pago de un precio, la preciosa sangre de Jesús.

Veamos 4 palabras griegas que se encuentran en el Nuevo Testamento y que son muy importantes para poder entender nuestra redención.

1. AGORAZO

El término agorazo significa sencillamente comprar en un mercado; de manera más específica un mercado de esclavos; donde estos eran tratados peor que animales, siendo pateados, golpeados, molestados, comprados y vendidos; se les maltrataba para determinar cual era su temperamento.

Wuest dice acerca de esta palabra: “La primera (palabra para redención) es agorazo (1 Corintios 6:20), que significa comprar en un mercado de esclavos). Éramos esclavos del pecado. El precio de nuestro rescate fue pagado por Jesús, Su preciosa sangre. Pedro dice en su primera epístola (1:18) que no fuimos redimidos con las pequeñas monedas de plata y oro que se usaban para comprar un esclavo y sacarlo de la esclavitud, sino con sangre preciosa y grandemente honrada, de un cordero sin sangre ni contaminación, la sangre de Cristo. Además, los creyentes se han vuelto esclavos de nacimiento del Señor Jesús por derecho de compra. La palabra doulos, esclavo de nacimiento en Romanos 6:18, se refiere a uno nacido en esclavitud.”

Antes de venir Jesús, Satanás tenía el control del mercado de esclavos; ahora hemos sido redimidos; pero las personas que rechazan a Jesús siguen en ese mercado.

Veamos Romanos 6:17-20 para ver esto de manera más clara: “Pero gracias a Dios, ustedes, después de haber sido esclavos del pecado, han obedecido de corazón a la regla de doctrina que les ha sido transmitida y ahora, habiendo liberados del pecado, han llegado a ser esclavos de la justicia. Voy a hablarles en términos humanos, teniendo en cuenta la debilidad natural de su carne. Si antes entregaron sus miembros físicos, haciéndolos esclavos de la impureza y de la iniquidad cada vez mayor, pónganlos ahora al servicio de la justicia que lleva a la santificación. Porque cuando eran esclavos del pecado, ustedes estaban libres con respecto de la justicia” (Biblia Expandida de Fe).

Este pasaje nos da una idea muy clara de lo que pasaba antes de conocer a Jesús, estábamos en ese mercado de esclavo; esclavizados completamente al pecado; pero al recibir a Jesús y nacer de nuevo hubo un cambio; fuimos quitados de ese mercado y dejamos de ser esclavos del pecado; ahora somos esclavos de la justicia.

Como dice en 1 Corintios 6:20 ya hemos sido comprados: “Porque han sido comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios” (Nueva Biblia de los Hispanos).

La Biblia en Lenguaje Sencillo lo coloca de esta manera: “Cuando Dios los salvó, en realidad los compró, y el precio que pagó por ustedes fue muy alto. Por eso deben dedicar su cuerpo a honrar y agradar a Dios.”

Hemos sido comprados y rescatados del pecado; ahora tenemos un nuevo amo, al cual debemos honrar, agradar y glorificar, a Dios.

En Efesios 2:2 vemos cual era nuestra condición antigua: “En los cuales anduvisteis [de manera continua] en otro tiempo, siguiendo las corrientes y modas de este mundo [están bajo el vaivén de las tendencias de esta edad], conforme al príncipe de la autoridad del aire (la atmósfera inferior), [son obedientes y están bajo el control de] el espíritu [demoníaco] que ahora está operando en los hijos de desobediencia [los indiferentes, rebeldes, e incrédulos que están en contra de los planes y propósitos de Dios]” (Biblia Expandida de fe).

Ya no vivimos bajo las corrientes ni modas de este tiempo, ni tampoco esclavizados bajo el dominio de Satanás ya hemos sido hechos libres.

Ya hemos sido comprados y hecho libres.

Como dice en 1 Corintios 7:23: “Ustedes fueron comprados por un precio;  no se vuelvan esclavos de nadie” (Nueva Versión Internacional).

Somos libres por el pago de la Sangre de Jesús hace 2000 años por nosotros, así que no nos dejemos esclavizar por nadie.

2. EXAGORAZO

Este término griego significa ser removido o quitado del mercado de esclavos, sacado para ser hecho libre, rescatado de la perdición.

Wuest nos dice de esta palabra: “La segunda palabra que Pablo usa (para redención) es exagorazo; el comprar a un esclavo sacándolo del mercado. El esclavo de nacimiento del Señor Jesús es comprado no solo para ser su esclavo, sino que es comprado para salir del mercado de esclavos, para nunca volver a ponerlo en venta en ningún mercado de esclavos. Se vuelve esclavo del Señor Jesús por el tiempo y la eternidad.”

En Gálatas 3:13 podemos ver la aplicación de esta palabra: “Cristo compró nuestra libertad [redimiéndonos] de la maldición (el destino funesto) de la Ley [y su condenación] por [Si mismo] al hacerse maldición por nosotros, como está escrito [en las Escrituras], Maldito todo el que es colgado de un árbol (es crucificado)” (Biblia Amplificada).

Nuestro precio no fue el de un esclavo barato; Jesús dio todo lo que tenía, su vida misma.

En Gálatas 4:3-5 volvemos a ver esta palabra: “Así también nosotros, cuando éramos menores de edad (en la etapa de niñez), estábamos permanentemente sometidos a la esclavitud (servidumbre) de las leyes, las normas y los principios del mundo en que vivimos. Pero cuando llego la plenitud (el cumplimiento) de los tiempos [, es decir, el día señalado por Dios], Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido en sujeción a [las reglas y regulaciones de] la Ley, para redimir (pagar el rescate y liberar) a los que estaban sujetos a la Ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos [y podamos ser colocados en nuestra posición de hijos adultos]” (Biblia Expandida de Fe)

Cristo nos redimió para llevarnos de una posición de esclavos del pecado a hijos de Dios.

3. LUTROO

Lutroo significa simplemente el pagar un rescate.

Wuest dice de esta palabra: “La tercera palabra (para redención) es lutroo (1 Pedro 1:18, Tito 2:14). El sustantivo teniendo misma la raíz quiere decir “el dinero del rescate usado para liberar a un esclavo”. El verbo quiere decir: “liberar por el pago de un rescate.” El esclavo del Señor Jesús ha sido liberado de su primera esclavitud para pecar, para lograr en su vida aquello que para lo cual fue creado por Dios, para glorificar a Dios y disfrutar de Él por siempre.”  

En 1 Pedro 1:18-19 dice: “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir,  la cual recibisteis de vuestros padres,  no con cosas corruptibles,  como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo,  como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (Reina Valera 1960).

En Tito 2:14 dice: “Que se entregó a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad, y para purificar para sí un pueblo escogido, celoso por hacer el bien” (EUNSA).

Jesús nos redimió de toda iniquidad, para que pasemos de nuestro antiguo amo el diablo a nuestro nuevo amo Jesucristo, y podamos así tener comunión y servir a Dios.

4. APOLUTROSIS

Apolutrosis significa rescatar completamente, liberación, salvación, redención total.

Wuest nos dice de esta palabra: “La palabra redención es apolutrosos que Thayer define como sigue: ‘el redimir a uno pagando un precio, hacer que uno salga libre por recibir un precio’; el sustantivo, ‘la liberación efectuada por el pago de un rescate, liberación, liberación procurada por el pago de un rescate.’”

En Efesios 1:7 dice: “En quien tenemos redención (liberación, salvación y rescate) a través de su sangre, la remisión (perdón y libertad) de nuestros pecados (faltas y transgresiones), según las [abundantes] riquezas de su gracia (el favor y la buena voluntad de Dios hacia nosotros)” (Biblia Expandida de Fe).

En Romanos 3:24 dice: “Justificándose gratuitamente por su gracia, por la redención la en Cristo Jesús” (La Biblia de las Américas).

Hemos sido justificados gratuitamente por la gracia de Dios por medio de la redención que tenemos en Cristo Jesús.
Esto mismo es lo que hizo Jesús. Cuando Adán pecó, le dio todo el dominio a Satanás, y trajo el pecado, la enfermedad y la muerte al mundo. Pero Dios nos compró por la sangre de Jesucristo, y al aceptar la obra que Jesús hizo por nosotros somos hechos libres. 

Parte de la libertad que Jesús compró por nosotros fue que el sanó nuestras enfermedades.

En Gálatas 3:13 dice: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)”

En Deuteronomio 28:15-68 vemos que parte de la maldición de la ley eran las enfermedades; Cristo nos redimió de la maldición de la enfermedad.

En Mateo 18:16 dice: “Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra.”

Como queremos demostrar que Cristo nos redimió de la enfermedad veamos 3 testigos que nos dicen que Cristo nos redimió de la enfermedad. 

Nuestro primer testigo es Isaías.

En Isaías 53:4-5 se ve el primer testimonio de que Jesús nos redimió de la enfermedad: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.”

En este pasaje Isaías esta dando una mirada hacia el futuro. 800 años antes del nacimiento de Jesús, nos da una imagen de la obra de Jesús. 

En este pasaje vemos la doble obra de la redención: El perdón de pecados y la sanidad de nuestros cuerpos. Notemos que ambas van de la mano; Dios colocó la salvación y la sanidad en un mismo paquete. En la cruz Jesús pagó el precio de nuestra salvación y sanidad.

Nuestro segundo testigo es Mateo.

En Mateo 8:17, nos da su testimonio citando a Isaías: “Para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias.”

Mateo nos da una mirada al presente; recordemos que él fue un testigo presencial del ministerio de Jesús. Él nos está declarando que Jesús tomó nuestras enfermedades en su cuerpo.

Nuestro tercer testigo es Pedro.

En 1 Pedro 2:24, nos da su testimonio diciendo: “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis curados.”
Pedro nos da una mirada hacia el pasado; aunque fue un testigo presencial de la obra de Jesús, aquí  esta recordando las cosas que sucedieron unos treinta años antes.

De estos pasajes podemos tomar estas conclusiones:

La obra de la redención fue doble: Jesús perdonó nuestros pecados y sanó nuestras enfermedades.

La sanidad sigue vigente el día de hoy. En Hebreos 13:8 dice: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.” Es decir Jesús no ha cambiado. Isaías, 800 años antes; Mateo, mientras Jesús vivió: y, Pedro 30 años después dan testimonio de ello. Jesús sigue siendo el mismo, la sanidad sigue vigente.

En estos tres pasajes, se habla de la sanidad en tiempo pasado: “Él llevó,” “Él sufrió,” “Por sus llagas fuimos”; estas cosas nos hablan de un hecho en el pasado, por tanto, la sanidad es un hecho consumado.

Tu ya estas sanado, como Jesús ya completo su obra, solo debes de recibir lo que te pertenece. 

Una práctica común cuando ministro sanidad divina es mostrarle a la gente la obra de la redención que Jesús hizo por ellos, enseñándoles como es que Cristo ya sanó sus enfermedades.

Cuando la gente entiende que la sanidad por ellos ya fue pagada los animo para que reciban la sanidad que Jesús hizo por ellos.

Estaba predicando en una iglesia de Viña del Mar en Chile, cuando al final llegó una hermana con un rostro completamente decaído.

Le pregunté que tenía y me dijo que hacía cinco años tenía una migraña constante que no le pasaba con nada; había ido a muchos médicos y tomado todo tipo de medicinas pero nada mejoraba.

El dolor era tan intenso que en cinco años había bajado veinticinco kilos.

Esa noche había predicado de la sanidad en la redención, así que le leí los versos de Isaías, Mateo y 1 Pedro, y le pregunte: “¿En que tiempo están estos versos?” Y ella me respondió: “En tiempo pasado.”

Le volví a preguntar: “Si están en tiempo pasado, ¿Cómo está Ud.?"

Vi que una luz se encendió en su rostro y me dijo: “Estoy sana.” 

Le dije: “Si esta sana empiece a dar gracias por su sanidad, de gracias porque Jesús la sano en su obra redentora.”

Ella levantó las manos  y empezó a dar gracias porque Jesús la había sanado en su obra redentora.

Cuando terminó de  hacerlo le pregunte como se sentía, y ella me dijo que el dolor se había quitado totalmente.

Lo que no pudieron hacer los médicos ni las pastillas lo hizo Jesús cuando esta mujer se enteró lo que Él había hecho en la cruz.

Esto mismo sucederá contigo al darte cuenta de que Jesús ya terminó la obra de la redención; solo debes creer que la sanidad ya es tuya y recibir por fe lo que es tuyo.

martes, 9 de abril de 2013

¿Por qué algunos no son sanados?


¿Por qué Algunos no son Sanados?

Aunque Dios ha provisto sanidad divina para todos, sin embargo no todos la reciben.

Cuando una persona no llega a recibir la sanidad la gente tiende a echarle la culpa a Dios, pero como vemos a lo largo de la Biblia, Dios ya proveyó todas las armas necesarias para que podamos recibir nuestra sanidad, así que el problema no se encuentra en Dios sino en el hombre.

Por ese motivo, si conocemos las causas por las que la gente no es sanada, podremos hacer los ajustes necesarios en nuestra vida para poder recibir la sanidad que Dios proveyó para nosotros.

Veamos algunos motivos por los que la gente falla en su recibir la sanidad en su cuerpo

Algunos No Reciben su Sanidad porque no Aprenden a Reconocer la Diferencia entre las Sanidades Iniciadas por Dios y las Sanidades Iniciadas por la Fe del Hombre

Mucha gente no logra recibir su sanidad porque no se da cuenta de la diferencia. 

En Juan 5:1-9 vemos un ejemplo de la sanidad iniciada por Dios: “Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda (Misericordia), el cual tiene cinco pórticos. En estos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo en el estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Y había allí un hombre que hacia treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta al agua cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día.” 

Esta sanidad era empezada por Dios; cada cierto tiempo, enviaba un ángel al Estanque de la Misericordia para que moviera el agua, y el primero que se tiraba al estanque era sanado. 

Esta sanidad no era iniciada por la fe de alguien, era una expresión pura de la misericordia de Dios. 

Esta sanidad no era iniciada por la fe del hombre, era iniciada de forma sobrenatural por Dios. 

Los dones de sanidades son manifestaciones sobrenaturales del poder de Dios. En 1 Corintios 12:9,11 dice: “. . . y a otro, dones de sanidades por el mismo espíritu. Pero estas cosas la hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.” 

Mucha gente esta esperando que Dios opere siempre de la misma manera. Piensan que Dios siempre va ha iniciar las cosas siguiendo un patrón. 

Si Dios obra de una manera en servicio, piensan que el siguiente hará lo mismo; pero las cosas no son así. Ellos pierden su milagro, esperando que Dios haga lo mismo que hizo antes. 

Las cosas no son como nosotros queremos, las cosas ocurren como el Espíritu Santo desea. 

En Hebreos 11:6 dice: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios. . . .” 

Las sanidades no siempre son iniciadas por Dios; por lo general, son iniciadas por la fe de la persona que desea ser sanada. 

En Marcos 5:34, Jesús le dijo a la mujer del flujo de sangre, luego de recibir su sanidad: “Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote.” 

Eso es lo que Dios espera de ti, que te acerques en fe, y recibas lo que ha provisto para ti. 

Algunos No Reciben su Sanidad porque no Aprenden a Reconocer la Diferencia que hay entre la Sanidad Y la Manifestación de la Sanidad

Muchos creyentes no reciben su sanidad por no darse cuenta de esto. Quieren recibir la manifestación de su sanidad inmediatamente, pero no siempre ocurre así. La Biblia dice que ya somos sanos, pero la manifestación a veces toma un tiempo. 

En Marcos 8:22-25 vemos que Jesús tuvo que orar dos veces por un ciego: “Vino luego a Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase. Entonces tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, les puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. Él, mirando, dijo: veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.” 

Jesús tuvo que orar dos veces para que el ciego recobrase la vista. La primera vez el ciego pudo ver, pero de manera borrosa. La segunda vez fue cuando recuperó la vista. Fue una sanidad gradual. 

En 1988 estaba en la ciudad de Huariaca, en la sierra del Perú; realizando un seminario acerca de sanidad divina de cómo recibirla y como ministrarla a otros. 

Un hermano llegó el día lunes con una severa infección en el labio inferior; su labio estaba tan negro que parecía que tuviese brea. Esa noche lo guíe para que crea que recibía su sanidad. Al día siguiente cuando regreso, la mitad del labio estaba negro y la otra rosado. El miércoles llegó con el labio totalmente rosado. Su sanidad fue gradual. 

El me contó que hacía tres meses que estaba con esa infección, y que aunque había ido a todo tipo de tratamientos y recibido toda clase de medicinas no había mejorado. 

El recibir la Palabra de Dios fue lo que trajo sanidad para su vida. 

En Lucas 17:11-14 vemos la historia de los diez leprosos: “Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando el los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados.” 

Los diez leprosos no fueron sanados al instante que Jesús les mando ir; sino mientras iban caminando. Eso fue una sanidad gradual. 

Esto me recuerda algo que sucedió en 1987 en mi iglesia local “La Palabra de Fe,” cuando se reunían en el cine San Antonio de Miraflores, en la ciudad de Lima. 

Al momento de la oración por sanidad; paso una mujer que tenia un prolapso en el estomago, el tumor era tan grande que parecía que la mujer estaba encinta. 

Cuando el pastor le impuso las manos, no se vio ninguna señal física, la mujer volvió a su asiento con el prolapso; quince minutos después termino el culto y ella seguía igual. Se quedo un rato en el local conversando con los hermanos, no había cambios en su cuerpo. Luego la hermana se despidió y se fue a su casa, tal como llegó. 

De pronto escuchamos un grito en la calle; como a una cuadra de la iglesia, se le había caído la falda a la hermana. ¿Qué había sucedido? El tumor había desaparecido de su cuerpo; el cuerpo de la hermana estaba normal, y la falda ya no le quedaba. 

La hermana fue sanada de manera gradual. La manifestación de su sanidad ocurrió unos cuarenta y cinco minutos después que oraron por ella. 

Marcos 11:12-14,20-21 nos explica porque sucede esto: “Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos. Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos. Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces. Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.” 

Pedro estaba asombrado de lo que había pasado; el había visto la higuera el día anterior, y aparentemente nada había pasado. Sin embargo, al día siguiente estaba seca. 

¿Qué había sucedido? Que la higuera se había secado desde sus raíces. 

Lo mismo sucede con la enfermedad, Dios trata con ella desde las raíces. Por eso es que puede pasar un periodo de tiempo entre el momento que recibimos la sanidad, y el momento que se manifiesta en nuestro cuerpo. 

Por eso, no te desanimes si han orado por ti y aparentemente nada ha sucedido. Mantente firme, creyendo que Dios ya te ha sanado. 

Recuerda lo que dice Hebreos 6:11-12: “Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, a fin de que nos hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.” 

Si ya has orado, o han orado por ti, mantente firme, hasta que veas la manifestación de tu sanidad. 

Algunos No Reciben su Sanidad por causa de la Incredulidad

Esta es un área muy sensible entre los creyentes, no aceptan que puedan les digan que están enfermos por causa de la incredulidad, y con todas sus fuerzas tratan de negarlo aún cuando es evidente que no creen en esta área de la vida cristiana.

No se dan cuenta de que la fe para sanidad no es lo mismo que la fe para salvación, y piensan que al decirles que no tienen fe para ser sanados les decimos que no son salvos.

No se dan cuenta que aún en ministerio de Jesús, no todas las personas recibieron su sanidad, y la Biblia dice que el motivo fue la incredulidad.

En Marcos 6:1-6 nos relata esto: “Salió Jesús de allí y vino a su tierra, y le seguían sus discípulos. Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De donde tiene este estas cosas? ¿Y que sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos? ¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él. Mas Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa. Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.” 

En este pasaje vemos que Jesús no pudo hacer ningún milagro en Nazaret. Notemos que no dice que no quiso, sino dice que no pudo. La incredulidad de la gente impidió que Jesús pudiese hacer milagros. 

Otra cosa para notar es que en griego la palabra que se usa para pocos enfermos, significa débiles o con enfermedades menores. 

Jesús solo pudo sanar enfermedades menores, cosas como dolores de cabeza, resfriados o similares, debido a la incredulidad de la gente. 

Lo mismo sucede hoy, la gente no recibe las bendiciones de Dios debido a su incredulidad. 

En 1991 estaba predicando en el balneario de Ancón, al norte de Lima. A la hora de ministrar sanidad, me acerque a dos señores, pues, el Señor me dijo que ambas corrieran alrededor de la plaza donde era la campaña. 

Me acerque a la primera y le pregunte que tenia; ella me dijo que artritis. Yo le dije que el Señor me había dicho que ella diese una vuelta alrededor de la plaza. Ella se fue corriendo, y mientras daba la vuelta, fue sanada completamente. Regresó a su asiento sana y sin dolor. 

Luego me acerque a la segunda; me dijo que tenía un problema en el corazón. Le dije lo que Dios me había dicho, pero ella me miró y se empezó a sonreír; le volví a repetir, pero ella no quiso. Al final regreso a su asiento enferma. Su incredulidad impidió que Dios pudiera sanarla. 

Otra ocasión en una iglesia de Viña del Mar, en Chile, se habían unido 2 iglesias para una de mis reuniones, en una de las iglesias no creían en la sanidad divina, casi se sentía rechinar los dientes de las personas mientras les compartía los versos acerca de sanidad divina.

Pasó  una hermana que tenía displasia, es decir una pierna más corta que la otra, al empezar a orar por la hermana, todas las personas vieron como la pierna más corta crecía y  luego retrocedía, una y otra vez, hasta que finalmente ya no creció más.

La incredulidad de la gente impidió que esta hermana recibiese su milagro.

La incredulidad es conocer la voluntad de Dios pero negarse a obedecerla y actuar en ella. 

En Hebreos 3:19 vemos que ese fue el motivo por el cual el pueblo de Israel que salió de Egipto no pudo entrar a la tierra prometida: “Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad.” 

Para que la persona reciba su sanidad, debe pasar de la incredulidad al actuar en la Palabra de Dios. 

Algunos No Reciben su Sanidad debido a su Ignorancia en cuanto al Área de la Sanidad Divina

Otro motivo por el cual la gente no es sanada es por la ignorancia En Oseas 4:6 dice: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. . . .” 

Mucha gente no recibe la sanidad divina porque no sabe que Dios la ofrece en Su Palabra. 

Un hermano me contó hace años que cuando empezó a orar por los enfermos no tenía ningún resultado; incluso se le murieron algunos. 

Como se sentía desalentado, le pregunto al Señor porque la gente no sanaba, sino todo lo contrario. Dios le dijo que eso sucedía por que el no se tomaba tiempo en explicarles lo que la Biblia decía de la sanidad divina, sino que solamente oraba por la sanidad. 

El decidió obedecer al Señor, la siguiente persona por la que fue a orar; le explicó primero lo que la Biblia dice acerca de la sanidad; y luego, cuando la fe se levantó en el hombre, le impuso las manos y el enfermo fue sanado. 

Desde ese momento tuvo un cambio en su ministerio, empezó a ver la gente sanada. Hoy día es pastor de una iglesia en Lima. 

Esto ocurre por lo que dice en Romanos 10:17: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios.” O, como dice un hermano, la fe viene cuando la voluntad de Dios es conocida. 

Cuando tu cambias la ignorancia por el conocimiento, puedes recibir las cosas que Dios tiene para ti.

Esto fue lo que ocurrió en Hechos 14:7-10: “Y allí predicaban el evangelio. Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en el sus ojos, y viendo que tenia fe para ser sanado, dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y el saltó, y anduvo.” 

Cuando este hombre supo la voluntad de Dios respecto a su enfermedad; cuando conoció el evangelio, y escuchó acerca de Jesucristo el sanador; entonces la fe se levantó en el y pudo recibir su sanidad. 

En Juan 8:31-32 dice: “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en el: Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”

Al permanecer en la Palabra de Dios; al tomar tiempo para depositarla en nuestro interior; nos volvemos en verdaderos discípulos de Jesús. 

Un discípulo es alguien que es enseñado por otro; una persona que recibe, guarda y hace las enseñanzas de su maestro. Si estamos depositando las enseñanzas de la Palabra de Dios en nuestros corazones, conoceremos la verdad, y la verdad nos hará libres. 

Conoceremos lo que Dios piensa de las enfermedades; conoceremos la actitud que tiene respecto a ellas; y, estaremos listos para recibir la sanidad que Dios ha provisto para nosotros. 

La cura para la ignorancia es el conocimiento de la Palabra de Dios. 

Algunos No Reciben su Sanidad porque No Quieren Ser Sanados

Otro motivo para no recibir sanidad es el no querer ser sanado. 

Es triste pero es así, Dios siempre respeta la voluntad de las personas y si alguien no desea ser sanado, Dios respetará su derecho a no serlo.

Hace años cuando predicaba en los hospitales, a una joven del grupo, le tocó ministrar a una señora; al orar por ella la mujer empezó a mejorar. Yo fui con ella la siguiente vez, y mientras compartíamos la Palabra, ella decía que prefería morir. Nos dijo que estaba bien la sanidad, pero ella prefería morir; pues, su esposo había fallecido y ella se sentía sola. 

Aunque la guiamos a que recibiera a Jesús, nada pudimos hacer por ella; a las pocas semanas partió con el Señor. 

No podemos ir en contra de la voluntad de la voluntad de alguien; Dios nos ha dado libertad de elección.

Desde la creación Dios le dio poder de decisión al hombre. En Génesis 2:15-17 dice: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de el comieres, ciertamente morirás.” 

El hombre tenía la decisión de vivir o morir; Dios no iba tomar la decisión por él. 

Dios nos respeta, no toma decisiones por nosotros. 

En Deuteronomio 30:19 dice: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante de la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida para que vivas tu y tu descendencia.”

El deseo de Dios es que nosotros escojamos la vida; pero El no hará nada en contra de lo que decidamos.

En Marcos 15:16 dice: “El que creyere y fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” 

Aun en la salvación, Dios le da al hombre la decisión de salvarse. Nosotros somos los que decidimos. 

La sanidad divina no es una excepción de esto; Dios no pasará por encima de tu voluntad. Si quieres ser sano lo serás; pero si no quieres, Dios respetara tu voluntad y no hará nada al respecto. 

En 1987 en servicio de mitad de semana de la Iglesia La Palabra de Fe, llevaron a una mujer ciega que mendigaba en las calles. 

Cuando llamaron a la gente que deseaba ser sanada, ella paso adelante. Cuando oraron por ella, al instante fue sanada. Por primera vez en su vida pudo ver; pudo distinguir los colores, ver los rostros alegres de la gente al verla sana. 

Pero, también vio otra cosa, miro la lata donde recibía limosnas; posiblemente pensó que iba ha hacer ahora, de que iba a vivir. Luego volvió a mirar a la gente; y de nuevo volvió a mirar su lata. Entonces tomó una decisión, no quiso su sanidad, ella salió del servicio ciega. 

Ella tomó una decisión basada en el dinero; no se dio cuenta que el Dios que la había sana era rico para prosperarla; y perdió su sanidad. 

Dios es un caballero; el respetará tus decisiones, elige la vida, elige ser sanado. 

Hay otros motivos que la gente no llega a recibir su sanidad como la falta de perdón o como vimos anteriormente por seguir las tradiciones de hombres.

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