Segunda Tradición
Quizás No Sea la Voluntad de Dios
Sanarme
Aquí hay otra excusa religiosa favorita
de la gente para no recibir su sanidad.
Muchas personas que cuando oran por
sanidad piensan que deben terminar con la frase: “Si es Tu voluntad.”
Escuche un programa de cristiano de
televisión en que una mujer oraba por su hijo enfermo: “Señor si es Tú voluntad sánalo y si es Tú voluntad llévalo contigo.”
Cuando su hijo murió pensó que esa
había sido la voluntad de Dios; y anunciaba públicamente que eso fue un trato
de Dios con ella.
Ese tipo de oración es total falta
de conocimiento de la voluntad de Dios, porque claramente está escrito en Su
Palabra que Su voluntad es sanarnos.
Imagínate esta escena: le has estado
predicando a un amigo y empiezan hacer la oración para recibir a Jesús, de
pronto este pecador ora: “Señor, sálvame
si es Tu voluntad.”
Que ridiculez tan grande, que tal
falta de conocimiento de la Palabra; sabemos claramente que en 2 Pedro 3:8 dice
que el Señor no esta “queriendo que
ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”
También dice que “. . . el que quiera, tome del agua de la vida
gratuitamente” (Apocalipsis 22:17). Por eso, el pecador jamás debe orar: “Si es Tu voluntad.”
Esto es tan tonto como el que un
hijo de Dios ore: “Señor, sáname si es tu
voluntad.”
Como hemos visto, Dios ya nos
declaró Su Palabra y nos dijo claramente que Jesús ya pagó el precio de nuestra
sanidad. Como está escrito en Mateo 8:17: “El
mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.”
Cuando leemos este verso y nos damos
cuenta completamente lo que realmente está diciendo, va a provocar el punto de
quiebre en nuestras vidas, porque seremos capaces de enfatizar la palabra
“nuestras.” Declararemos confiadamente que Jesús mismo tomó nuestras
enfermedades, y llevó nuestras dolencias; y que por sus llagas hemos sido
sanados.
Al decir confiadamente que Jesús
tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias; traerá nuestra sanidad
directamente a donde vivimos. Nunca más tendremos que llevar nuestras
enfermedades. ¡Él las llevo para que nosotros podamos estar libres!
Cuando llegué a Santiago de Chile
estaba con 2 maletas bien pesadas, lo último que quería hacer era llevarlas, un
hermano cargó las maletas por mí y las llevó al lugar donde me alojaba; fue un
gran alivio, ya no tenía que llevar mis maletas, el hermano lo hizo por mí.
Del mismo modo Jesús ya llevó
nuestras enfermedades; así que no hay necesidad alguna de que ambos las
llevemos. Si Jesús las llevó para que fuésemos libres, ¿Por qué debemos orar
“si es tu voluntad”? ¡La Biblia declara cual es su voluntad!
A la mayoría de personas que no
creen en la Sanidad Divina no les gusta este versículo.
Una persona me dijo en un foro de
Internet que este verso significa que Cristo tomó las enfermedades de la gente
que vivió en su tiempo, pero que no es para nosotros hoy.
Parece que se olvidó que Mateo
escribió su evangelio después que Jesús murió. Si la sanidad solo era para los
que vivieron cuando Jesús vivió en la tierra, Mateo hubiera escrito: “El mismo tomó SUS enfermedades y llevó SUS
dolencias.” Pero Mateo no escribió eso. El Espíritu Santo, a través de
Mateo, escribió: “El mismo tomó NUESTRAS enfermedades y llevó NUESTRAS dolencias.”
Otra persona desarrolló la teoría de
que este verso en vez de referirse al pasado, se refiere al futuro, que este
verso se cumplirá en el Milenio. Pero esto no puede ser cierto, porque entonces
no habrá necesidad de sanidad, ya que la maldición será quitada.
Pablo dijo que seríamos
transformados en un instante, “en un
abrir y cerrar de ojos” (1 Corintios 15:52). Nuestros cuerpos no estarán
llenos de enfermedad en el Milenio, así que no necesitaremos la provisión de la
sanidad.
La realidad de la sanidad divina nos
pertenece ahora, porque es en esta vida que estamos sujetos a la enfermedad. El
hecho consumado de que Jesús tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras
dolencias nos pertenece hoy. Por eso no necesitamos orar: “sáname si es Tu voluntad”; porque Su Palabra nos muestra claramente
cual es Su voluntad.
He escuchado gente preguntar, sin
citar el verso completo; “¿Queeeee? ¿Pero
Cristo no nos enseñó a orar: Padre, hágase tu voluntad?” Lo que no se dan
cuenta estas personas es que el usar esta porción de la Biblia es solo usar la
mitad de la verdad. Y como alguien dijo: “¡Cuídense
de las medias verdades! ¡Puede que reciban la mitad incorrecta!”
Y como dice la ley de la
hermenéutica: "Un texto sin contexto
no es más que un pretexto, pero jamás un punto doctrinal".
Lo que Cristo nos enseño a orar es: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así
también en la tierra.” Lo que Cristo nos estaba enseñando a orar es que la
voluntad de Dios sea hecha aquí en la tierra así como es hecha en el cielo.
Y por ese motivo como no hay
enfermedades ni dolencias en el cielo, entonces su voluntad es que tampoco haya
enfermedades ni dolencias en la tierra. Si su voluntad se hace verdaderamente
en la tierra como se hace en el cielo, no habrá enfermedades ni dolencias aquí
en la tierra.
Un hombre dijo que el sabía que la
voluntad de Dios era que no fuese sanado de una dolencia física que tenía.
Decía que una mañana cuando se despertó, su cuarto se llenó de luz y alguien
que tenía una túnica larga y blanca se le apareció. Aunque no vio su rostro, el
hombre pensó que era Jesús. Esta persona le dijo: “No es mi voluntad sanarte.”
Luego desapareció. El hombre aceptó como cierto que no era la voluntad de Dios
sanarle.
No se dio cuenta de que era el
diablo que lo estaba engañando.
Podemos estar tan seguros que la
sanidad divina es la voluntad de Dios como lo estamos que salvar a los perdidos
es Su voluntad. Nosotros lo sabemos porque conocemos Su Palabra; y Su Palabra
es su voluntad.
La misma Biblia que dice en Juan
3:16 que "de tal manera amó Dios al
mundo que dio a Hijo Unigénito para que todo aquel que crea en Él no se pierda
sino que tenga vida eterna" es la misma que dice en Mateo 8:17 que “Él mismo tomó nuestras enfermedades y llevó
nuestras dolencias.”
Es la misma Biblia que dice: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades,
y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de
Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros
curados” (Isaías 53:4-5).
Y es la misma Biblia que dice: “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su
cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados,
vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” (1 Pedro 2:24).
Jesucristo es el mismo ayer, hoy y
por siempre (Hebreos 13:8). El nunca cambia. El sigue sanando porque Su Palabra
sigue vigente hoy.