¿Por qué Algunos no son Sanados?
Aunque Dios ha provisto sanidad divina para todos, sin embargo no todos la reciben.
Cuando una persona no llega a recibir la sanidad la gente tiende a echarle la culpa a Dios, pero como vemos a lo largo de la Biblia, Dios ya proveyó todas las armas necesarias para que podamos recibir nuestra sanidad, así que el problema no se encuentra en Dios sino en el hombre.
Por ese motivo, si conocemos las causas por las que la gente no es sanada, podremos hacer los ajustes necesarios en nuestra vida para poder recibir la sanidad que Dios proveyó para nosotros.
Veamos algunos motivos por los que la gente falla en su recibir la sanidad en su cuerpo
Algunos No Reciben su Sanidad porque no Aprenden a Reconocer la Diferencia entre las Sanidades Iniciadas por Dios y las Sanidades Iniciadas por la Fe del Hombre
Mucha gente no logra recibir su sanidad porque no se da cuenta de la diferencia.
En Juan 5:1-9 vemos un ejemplo de la sanidad iniciada por Dios: “Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda (Misericordia), el cual tiene cinco pórticos. En estos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo en el estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Y había allí un hombre que hacia treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta al agua cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día.”
Esta sanidad era empezada por Dios; cada cierto tiempo, enviaba un ángel al Estanque de la Misericordia para que moviera el agua, y el primero que se tiraba al estanque era sanado.
Esta sanidad no era iniciada por la fe de alguien, era una expresión pura de la misericordia de Dios.
Esta sanidad no era iniciada por la fe del hombre, era iniciada de forma sobrenatural por Dios.
Los dones de sanidades son manifestaciones sobrenaturales del poder de Dios. En 1 Corintios 12:9,11 dice: “. . . y a otro, dones de sanidades por el mismo espíritu. Pero estas cosas la hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.”
Mucha gente esta esperando que Dios opere siempre de la misma manera. Piensan que Dios siempre va ha iniciar las cosas siguiendo un patrón.
Si Dios obra de una manera en servicio, piensan que el siguiente hará lo mismo; pero las cosas no son así. Ellos pierden su milagro, esperando que Dios haga lo mismo que hizo antes.
Las cosas no son como nosotros queremos, las cosas ocurren como el Espíritu Santo desea.
En Hebreos 11:6 dice: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios. . . .”
Las sanidades no siempre son iniciadas por Dios; por lo general, son iniciadas por la fe de la persona que desea ser sanada.
En Marcos 5:34, Jesús le dijo a la mujer del flujo de sangre, luego de recibir su sanidad: “Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote.”
Eso es lo que Dios espera de ti, que te acerques en fe, y recibas lo que ha provisto para ti.
Algunos No Reciben su Sanidad porque no Aprenden a Reconocer la Diferencia que hay entre la Sanidad Y la Manifestación de la Sanidad
Muchos creyentes no reciben su sanidad por no darse cuenta de esto. Quieren recibir la manifestación de su sanidad inmediatamente, pero no siempre ocurre así. La Biblia dice que ya somos sanos, pero la manifestación a veces toma un tiempo.
En Marcos 8:22-25 vemos que Jesús tuvo que orar dos veces por un ciego: “Vino luego a Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase. Entonces tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, les puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. Él, mirando, dijo: veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.”
Jesús tuvo que orar dos veces para que el ciego recobrase la vista. La primera vez el ciego pudo ver, pero de manera borrosa. La segunda vez fue cuando recuperó la vista. Fue una sanidad gradual.
En 1988 estaba en la ciudad de Huariaca, en la sierra del Perú; realizando un seminario acerca de sanidad divina de cómo recibirla y como ministrarla a otros.
Un hermano llegó el día lunes con una severa infección en el labio inferior; su labio estaba tan negro que parecía que tuviese brea. Esa noche lo guíe para que crea que recibía su sanidad. Al día siguiente cuando regreso, la mitad del labio estaba negro y la otra rosado. El miércoles llegó con el labio totalmente rosado. Su sanidad fue gradual.
El me contó que hacía tres meses que estaba con esa infección, y que aunque había ido a todo tipo de tratamientos y recibido toda clase de medicinas no había mejorado.
El recibir la Palabra de Dios fue lo que trajo sanidad para su vida.
En Lucas 17:11-14 vemos la historia de los diez leprosos: “Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando el los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados.”
Los diez leprosos no fueron sanados al instante que Jesús les mando ir; sino mientras iban caminando. Eso fue una sanidad gradual.
Esto me recuerda algo que sucedió en 1987 en mi iglesia local “La Palabra de Fe,” cuando se reunían en el cine San Antonio de Miraflores, en la ciudad de Lima.
Al momento de la oración por sanidad; paso una mujer que tenia un prolapso en el estomago, el tumor era tan grande que parecía que la mujer estaba encinta.
Cuando el pastor le impuso las manos, no se vio ninguna señal física, la mujer volvió a su asiento con el prolapso; quince minutos después termino el culto y ella seguía igual. Se quedo un rato en el local conversando con los hermanos, no había cambios en su cuerpo. Luego la hermana se despidió y se fue a su casa, tal como llegó.
De pronto escuchamos un grito en la calle; como a una cuadra de la iglesia, se le había caído la falda a la hermana. ¿Qué había sucedido? El tumor había desaparecido de su cuerpo; el cuerpo de la hermana estaba normal, y la falda ya no le quedaba.
La hermana fue sanada de manera gradual. La manifestación de su sanidad ocurrió unos cuarenta y cinco minutos después que oraron por ella.
Marcos 11:12-14,20-21 nos explica porque sucede esto: “Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos. Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos. Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces. Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.”
Pedro estaba asombrado de lo que había pasado; el había visto la higuera el día anterior, y aparentemente nada había pasado. Sin embargo, al día siguiente estaba seca.
¿Qué había sucedido? Que la higuera se había secado desde sus raíces.
Lo mismo sucede con la enfermedad, Dios trata con ella desde las raíces. Por eso es que puede pasar un periodo de tiempo entre el momento que recibimos la sanidad, y el momento que se manifiesta en nuestro cuerpo.
Por eso, no te desanimes si han orado por ti y aparentemente nada ha sucedido. Mantente firme, creyendo que Dios ya te ha sanado.
Recuerda lo que dice Hebreos 6:11-12: “Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, a fin de que nos hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.”
Si ya has orado, o han orado por ti, mantente firme, hasta que veas la manifestación de tu sanidad.
Algunos No Reciben su Sanidad por causa de la Incredulidad
Esta es un área muy sensible entre los creyentes, no aceptan que puedan les digan que están enfermos por causa de la incredulidad, y con todas sus fuerzas tratan de negarlo aún cuando es evidente que no creen en esta área de la vida cristiana.
No se dan cuenta de que la fe para sanidad no es lo mismo que la fe para salvación, y piensan que al decirles que no tienen fe para ser sanados les decimos que no son salvos.
No se dan cuenta que aún en ministerio de Jesús, no todas las personas recibieron su sanidad, y la Biblia dice que el motivo fue la incredulidad.
En Marcos 6:1-6 nos relata esto: “Salió Jesús de allí y vino a su tierra, y le seguían sus discípulos. Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De donde tiene este estas cosas? ¿Y que sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos? ¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él. Mas Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa. Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.”
En este pasaje vemos que Jesús no pudo hacer ningún milagro en Nazaret. Notemos que no dice que no quiso, sino dice que no pudo. La incredulidad de la gente impidió que Jesús pudiese hacer milagros.
Otra cosa para notar es que en griego la palabra que se usa para pocos enfermos, significa débiles o con enfermedades menores.
Jesús solo pudo sanar enfermedades menores, cosas como dolores de cabeza, resfriados o similares, debido a la incredulidad de la gente.
Lo mismo sucede hoy, la gente no recibe las bendiciones de Dios debido a su incredulidad.
En 1991 estaba predicando en el balneario de Ancón, al norte de Lima. A la hora de ministrar sanidad, me acerque a dos señores, pues, el Señor me dijo que ambas corrieran alrededor de la plaza donde era la campaña.
Me acerque a la primera y le pregunte que tenia; ella me dijo que artritis. Yo le dije que el Señor me había dicho que ella diese una vuelta alrededor de la plaza. Ella se fue corriendo, y mientras daba la vuelta, fue sanada completamente. Regresó a su asiento sana y sin dolor.
Luego me acerque a la segunda; me dijo que tenía un problema en el corazón. Le dije lo que Dios me había dicho, pero ella me miró y se empezó a sonreír; le volví a repetir, pero ella no quiso. Al final regreso a su asiento enferma. Su incredulidad impidió que Dios pudiera sanarla.
Otra ocasión en una iglesia de Viña del Mar, en Chile, se habían unido 2 iglesias para una de mis reuniones, en una de las iglesias no creían en la sanidad divina, casi se sentía rechinar los dientes de las personas mientras les compartía los versos acerca de sanidad divina.
Pasó una hermana que tenía displasia, es decir una pierna más corta que la otra, al empezar a orar por la hermana, todas las personas vieron como la pierna más corta crecía y luego retrocedía, una y otra vez, hasta que finalmente ya no creció más.
La incredulidad de la gente impidió que esta hermana recibiese su milagro.
La incredulidad es conocer la voluntad de Dios pero negarse a obedecerla y actuar en ella.
En Hebreos 3:19 vemos que ese fue el motivo por el cual el pueblo de Israel que salió de Egipto no pudo entrar a la tierra prometida: “Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad.”
Para que la persona reciba su sanidad, debe pasar de la incredulidad al actuar en la Palabra de Dios.
Algunos No Reciben su Sanidad debido a su Ignorancia en cuanto al Área de la Sanidad Divina
Otro motivo por el cual la gente no es sanada es por la ignorancia En Oseas 4:6 dice: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. . . .”
Mucha gente no recibe la sanidad divina porque no sabe que Dios la ofrece en Su Palabra.
Un hermano me contó hace años que cuando empezó a orar por los enfermos no tenía ningún resultado; incluso se le murieron algunos.
Como se sentía desalentado, le pregunto al Señor porque la gente no sanaba, sino todo lo contrario. Dios le dijo que eso sucedía por que el no se tomaba tiempo en explicarles lo que la Biblia decía de la sanidad divina, sino que solamente oraba por la sanidad.
El decidió obedecer al Señor, la siguiente persona por la que fue a orar; le explicó primero lo que la Biblia dice acerca de la sanidad; y luego, cuando la fe se levantó en el hombre, le impuso las manos y el enfermo fue sanado.
Desde ese momento tuvo un cambio en su ministerio, empezó a ver la gente sanada. Hoy día es pastor de una iglesia en Lima.
Esto ocurre por lo que dice en Romanos 10:17: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios.” O, como dice un hermano, la fe viene cuando la voluntad de Dios es conocida.
Cuando tu cambias la ignorancia por el conocimiento, puedes recibir las cosas que Dios tiene para ti.
Esto fue lo que ocurrió en Hechos 14:7-10: “Y allí predicaban el evangelio. Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en el sus ojos, y viendo que tenia fe para ser sanado, dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y el saltó, y anduvo.”
Cuando este hombre supo la voluntad de Dios respecto a su enfermedad; cuando conoció el evangelio, y escuchó acerca de Jesucristo el sanador; entonces la fe se levantó en el y pudo recibir su sanidad.
En Juan 8:31-32 dice: “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en el: Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”
Al permanecer en la Palabra de Dios; al tomar tiempo para depositarla en nuestro interior; nos volvemos en verdaderos discípulos de Jesús.
Un discípulo es alguien que es enseñado por otro; una persona que recibe, guarda y hace las enseñanzas de su maestro. Si estamos depositando las enseñanzas de la Palabra de Dios en nuestros corazones, conoceremos la verdad, y la verdad nos hará libres.
Conoceremos lo que Dios piensa de las enfermedades; conoceremos la actitud que tiene respecto a ellas; y, estaremos listos para recibir la sanidad que Dios ha provisto para nosotros.
La cura para la ignorancia es el conocimiento de la Palabra de Dios.
Algunos No Reciben su Sanidad porque No Quieren Ser Sanados
Otro motivo para no recibir sanidad es el no querer ser sanado.
Es triste pero es así, Dios siempre respeta la voluntad de las personas y si alguien no desea ser sanado, Dios respetará su derecho a no serlo.
Hace años cuando predicaba en los hospitales, a una joven del grupo, le tocó ministrar a una señora; al orar por ella la mujer empezó a mejorar. Yo fui con ella la siguiente vez, y mientras compartíamos la Palabra, ella decía que prefería morir. Nos dijo que estaba bien la sanidad, pero ella prefería morir; pues, su esposo había fallecido y ella se sentía sola.
Aunque la guiamos a que recibiera a Jesús, nada pudimos hacer por ella; a las pocas semanas partió con el Señor.
No podemos ir en contra de la voluntad de la voluntad de alguien; Dios nos ha dado libertad de elección.
Desde la creación Dios le dio poder de decisión al hombre. En Génesis 2:15-17 dice: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de el comieres, ciertamente morirás.”
El hombre tenía la decisión de vivir o morir; Dios no iba tomar la decisión por él.
Dios nos respeta, no toma decisiones por nosotros.
En Deuteronomio 30:19 dice: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante de la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida para que vivas tu y tu descendencia.”
El deseo de Dios es que nosotros escojamos la vida; pero El no hará nada en contra de lo que decidamos.
En Marcos 15:16 dice: “El que creyere y fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Aun en la salvación, Dios le da al hombre la decisión de salvarse. Nosotros somos los que decidimos.
La sanidad divina no es una excepción de esto; Dios no pasará por encima de tu voluntad. Si quieres ser sano lo serás; pero si no quieres, Dios respetara tu voluntad y no hará nada al respecto.
En 1987 en servicio de mitad de semana de la Iglesia La Palabra de Fe, llevaron a una mujer ciega que mendigaba en las calles.
Cuando llamaron a la gente que deseaba ser sanada, ella paso adelante. Cuando oraron por ella, al instante fue sanada. Por primera vez en su vida pudo ver; pudo distinguir los colores, ver los rostros alegres de la gente al verla sana.
Pero, también vio otra cosa, miro la lata donde recibía limosnas; posiblemente pensó que iba ha hacer ahora, de que iba a vivir. Luego volvió a mirar a la gente; y de nuevo volvió a mirar su lata. Entonces tomó una decisión, no quiso su sanidad, ella salió del servicio ciega.
Ella tomó una decisión basada en el dinero; no se dio cuenta que el Dios que la había sana era rico para prosperarla; y perdió su sanidad.
Dios es un caballero; el respetará tus decisiones, elige la vida, elige ser sanado.
Hay otros motivos que la gente no llega a recibir su sanidad como la falta de perdón o como vimos anteriormente por seguir las tradiciones de hombres.