miércoles, 22 de julio de 2009

Sabiendo que la Sanidad te Pertenece

Sabiendo que la Sanidad te Pertenece

El mejor método de recibir sanidad es conocer que la sanidad te pertenece. Colocar en tu corazón Isaías 53:4-5, Mateo 8:17 y 1 Pedro 2:24; donde dice que Jesús tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias.

No estoy hablando de conocer estos versos de una manera mental. Eso te serviría tanto como decir “dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis.”

En Romanos 10:17 dice: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios.”

La fe viene cuando nosotros estamos colocando la Palabra de Dios en nuestro interior, una y otra vez hasta ser revelada en nuestro espíritu.

Continuar colocándola hasta que forme parte de nosotros.

En 1987 estaba jugando fútbol con varios hermanos de la iglesia; yo jugaba de defensa, y en un momento que un delantero venia rápidamente, yo coloque mi pierna para quitarle el balón. Como la venia muy rápido, al golpear nuestras piernas me fracture la rodilla.

Estuve estudiando y proclamando la Palabra, respecto a mi sanidad, durante tres días, pero nada sucedió sino empeore. Así que fui al doctor.

La rodilla había duplicado su tamaño, así que el doctor me puso un yeso en la pierna. Me dijo que debía usarlo por dos semanas, y luego usar una venda elástica por tiempo indefinido; me advirtió, además, que no le echase agua al yeso.

Estuve tres días en mi casa depositando la Palabra de Dios en mi interior, hasta que la fe se formó en mi; en ese momento tuve la fe para sanidad, supe que la sanidad estaba a mi disposición.

Esa noche fui a un servicio; y mientras escuchaba la enseñanza, el Espíritu Santo me dijo: “Si dices que estas sano, ¿qué haces con un yeso?”

Así que la mañana siguiente, me metí en la ducha y luche con el yeso durante una hora para poder sacármelo. Cuando logró salir, me di cuenta que mi rodilla estaba completamente sana; todavía continúa así hasta hoy.

En Josué 1:8 dice: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditaras en él, para que guardes y hagas conforme a lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.”

Eso fue lo que me pasó, continué meditando la Palabra de día y de noche respecto a mi sanidad, hasta que finalmente llegó la fe para ser sanado, y recibí mi sanidad.

Eso es lo que debes hacer, medita en los versos que te ofrecen tu sanidad una y otra vez, hasta que la fe se produzca en tu corazón, y puedas recibir lo que Dios ya te dio.

sábado, 18 de julio de 2009

Haciendo la Oración de Acuerdo Basados en Mateo 18:19-20

Haciendo la Oración de Acuerdo Basados en Mateo 18:19-20

Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que esta en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
- Mateo 18:19-20

La Versión Amplificada lo traduce así: “Otra vez les digo, que si dos de ustedes se ponen de acuerdo (armonizan, hacen juntos una sinfonía) en la tierra acerca de alguna (cualquiera y toda) cosa que pidan, ocurrirá y será hecha por mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres se reúnen (unidos como mis seguidores) en mi nombre, allí estaré yo en medio de ellos.”

Por lo general mucha gente usa el verso 20 fuera de contexto y solo lo aplica para los servicios de la iglesia. Pero en realidad esto no es así, sino que los versos 19 y 20 van juntos.

Lo que el verso 20 quiere decir es: “Cuando dos personas están de acuerdo en oración, ahí está Jesús para respaldar lo que pidan.” Esta oración es exitosa porque Jesús es el que la respalda.

Para entender mejor este tipo de oración desmenucemos este pasaje.

Lo primero que se necesita es dos personas de acuerdo.

Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra.

La palabra griega para pusieren de acuerdo es sumphoneo; que significa según W. E. Vine: “estar en acuerdo, principalmente en instrumentos musicales, se usa en el Nuevo Testamento para el acuerdo de personas respecto a una materia”.

De esta palabra es que viene sinfonía. Por eso la versión amplificada dice: “armonizan, hacen juntos una sinfonía.”

En nuestra iglesia local “La Palabra de Fe” (hoy La Comunidad Carismática de Lima) en Lima, Perú; participaba del ministerio de música tocando la guitarra acústica.

En el grupo había varios instrumentos; guitarra acústica y eléctrica, bajo, sintetizadores, batería, bongo y trompeta, además de los cantantes.

Todos los viernes nos reuníamos para practicar las canciones que íbamos a cantar el domingo y aprender nuevas canciones para servicios futuros. A veces pasábamos más de una hora por canción, y a veces durante varias semanas, para poder tocar en armonía; pues, si no tocábamos juntos iba a salir mal la música del servicio.

Para el domingo estábamos listos para hacer una sinfonía, para que todo instrumento y voz se acoplen, y podíamos ser de bendición para la gente.

Si alguien no estaba preparado, y tocaba en otra nota o fuera de ritmo, iba ha causar confusión en el grupo, por eso el que no iba al ensayo, no tocaba o cantaba.

Para que hubiera sinfonía, todo el grupo debía estar acoplado y unido.

Lo mismo sucede con la oración.

Cuando fui pastor en Talara, ciudad petrolera al norte del Perú, muchas personas venían para pedir que oré de acuerdo con ellos; por lo general, les preguntaba si ellos creían que iban a recibir lo que pedíamos, si ellos me decían que si, yo oraba con ellos y recibían; pero, si me decían: “pastor, eso espero,” yo les decía que no iba a ora por ellos, porque ellos estaban esperando, mientras que yo estaba creyendo. Si por casualidad hacíamos la oración, nunca recibían de Dios.

Lo segundo que debemos ver es que nuestra oración debe tener una meta: acerca de cualquiera cosa que pidieren.

Debemos entender que para Dios no hay límites.

En Marcos 10:27, Jesús les dijo a sus discípulos: “Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios.” En Mateo 1:37 el ángel Gabriel le dijo a María: “Porque nada hay imposible para Dios.”

Dios no tiene límites, somos nosotros los que limitamos a Dios. Para Dios no hay imposibles, todo lo que le pedimos, nos lo dará.

Tú también debes hacer algo para recibir de Dios.

En Marcos 9:23 Jesús le dijo al padre del endemoniado: “Jesús le dijo: Si puedes, al que cree todo le es posible.”

No importa que enfermedad tengas, para Dios no hay imposibles, puede que tengas cáncer, sida, diabetes, o lo que sea, para Dios no hay imposibles.

No le coloques un límite a Dios, el solo quiere que le pidas.

No seas de aquellos que dicen: “La sanidad no es para mí, yo soy uno de aquellos que Dios no va a sanar.”

Recuerda que no hay imposibles para Dios; al decir eso, le estás diciendo a Dios que El no puede sanarte. El diablo es “el enfermador,” al decir que Dios no puede quitarte una enfermedad que el diablo te ha puesto, estas diciendo que el diablo es mayor que Dios. ¿Estas dispuesto a creer eso?

No le pongas un límite a Dios, él tiene el poder para darte todo lo que le pidas, él sanará tu enfermedad.

Lo tercero es que Dios responderá tu oración.

Como dice al final del verso: “Les será hecho por mi Padre que esta en los cielos.” Esto significa que Dios te lo dará.

En 1 Juan 5:14-15 dice: “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que le pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.”

Dios siempre responde tu oración y te da lo que le pides cuando oras de acuerdo a su voluntad; y la sanidad divina es parte de su voluntad.

Por eso, Dios te dará todo lo que le pidas cuando estés de acuerdo con otra persona.

Lo cuarto que debes hacer es orar en el nombre de Jesús.

Como dice el verso 20: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”

De ahí vemos que la oración de acuerdo debe ser hecha en el nombre de Jesús.

¿Y que pasa cuando oramos en el nombre de Jesús? En Juan 16:23-24 dice que recibiremos todo lo que le pidamos.

Por eso, puedes hacer la oración de acuerdo con otra persona para recibir tu sanidad.

miércoles, 15 de julio de 2009

Ungiendo con Aceite en el Nombre de Jesús

Ungiendo con Aceite en el Nombre de Jesús

En Santiago 5:14-15 dice: “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubieren cometido pecados, le serán perdonados.”

Este es el método de sanidad divina en el que se requiere menos fe del enfermo. Pero eso no significa que no se requiera fe, pues, en Hebreos 11:6 dice: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”

De ahí vemos que la fe es necesaria para poder recibir la sanidad. La pregunta es ¿cómo obtenemos la fe para recibir nuestra sanidad?

En Romanos 10:17 dice: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios.” Nuestra fe para recibir sanidad viene de estar oyendo la Palabra de Dios.

Es interesante notar, que en este verso se usa la palabra griega Rhema para palabra. Rhema significa una materia o tema específico; es decir, una materia o específico acerca de la Palabra de Dios. Entonces, la fe viene por el oír, y el oír, por los temas específicos de la Palabra de Dios.

De ahí vemos que la fe para recibir sanidad viene por estar oyendo una y otra vez lo que Dios dice acerca de la sanidad divina en Su Palabra.

Si quieres tener fe recibir tu sanidad tendrás que estar oyendo una y otra vez Isaías 53:4-5; Mateo 8:17 y 1 Pedro 2:24, donde dice que Jesús tomó nuestras enfermedades y dolencias; y, que por las llagas de Jesús fuimos curados.

Al ir a la Palabra de Dios sabrás la voluntad de Dios respecto a su voluntad; y como dice en 1 Juan 5:14-15: “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que le pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.”

En Marcos 1:40-42 vemos una historia que nos muestra la voluntad de Dios respecto a la sanidad divina: “Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó y le dijo: Quiero, se limpio. Y así que él hubo hablado, al instante la lepra se fue de aquel, y quedó limpio.”

El leproso sabía que Jesús tenía el poder para sanarlo, pero no sabia si era la voluntad de Dios sanarlo.

En este pasaje Jesús muestra su voluntad hacia las enfermedades, él tiene misericordia del enfermo y lo sana. Cuando Jesús le dijo al leproso: “Quiero, se limpio,” le estaba diciendo al mundo que él quería sanar a todos los hombres. Su voluntad es sanarnos.

En 3 Juan 2 volvemos a ver la voluntad de Dios respecto a la enfermedad: “Amado, yo deseo que tu seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.”

Una vez más nos encontramos con la voluntad de Dios, él desea que tengamos salud. El no desea que estemos enfermos.

Entonces al hacer la oración de fe por sanidad, estamos orando la voluntad de Dios, pues Dios quiere que estemos sanos.

Volviendo a la unción con aceite, podemos ver que en este tipo de oración, el enfermo llama a los ancianos de la iglesia para que lo unjan con aceite y hagan la oración de fe por él.

Los discípulos de Jesús usaron este método en Marcos 6:13, cuando Jesús envió a los doce de dos en dos: “Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban.”

En este tipo de oración, el aceite es un símbolo de la unción del Espíritu Santo, y es un punto de contacto en el cual el enfermo desata su fe para ser sanado. Pero notemos que no es el aceite sino la oración de fe que hacen los ancianos de la iglesia lo que sana al enfermo.

En la Iglesia Católica han reemplazado esta oración por sanidad, por una oración para preparar al enfermo para la muerte. Sin embargo este pasaje dice: “Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará.” Es decir, el enfermo no morirá, el enfermo se salvará y se levantará de la cama totalmente sano.

Y hay algo mas que dice este pasaje: “Y si hubieren cometido pecados, le serán perdonados.”

Muchos enfermos piensan que Dios no los va ha sanar porque han hecho muchas cosas malas. Se sienten indignos de recibir el perdón de Dios. Sin embargo, aquí dice que sus pecados le serán perdonados.

Así que, si no tienes fe para recibir sanidad por ti mismo, anda y llama a los ancianos de la iglesia para que te unjan con aceite y hagan por ti la oración de fe.

sábado, 11 de julio de 2009

Recibiendo Sanidad a través de los Dones del Espíritu Santo

Recibiendo Sanidad a través de los Dones del Espíritu Santo

En 1 Corintios 12:9 dice: “. . . y a otro, dones de sanidades por el mismo espíritu.”

Este es un método distinto a los que hemos estudiado; en este método no depende de la fe de la persona sino de Dios.

¿Qué son los dones de sanidades?

Son manifestaciones sobrenaturales del poder sanador de Dios que fluyen de un individuo a otro.

Todas las cosas que recibimos de Dios son dones. Por eso, en cierto sentido toda sanidad es un don; pero no toda sanidad es una manifestación del Espíritu. Las manifestaciones del Espíritu son iniciadas por el Espíritu Santo.

Debemos notar que este pasaje nos habla de dones de sanidades, es decir nos habla en plural. Esto quiere decir que hay un tipo de don para cada enfermedad.

Por ejemplo hay gente que tiene una unción especial para casos de vista, y en sus campañas casi todos los ciegos o gente con problemas de visión son sanados; otros con problemas de huesos, o de tumores, o cualquiera sea la enfermedad.

A veces estos dones vienen acompañados de otros, como la Palabra de Conocimiento (una porción del conocimiento de Dios respecto a eventos pasados o presentes) o el Discernimiento de Espíritus (una visión en el mundo espiritual respecto a los espíritus que sean de Dios, sean humanos, ó del diablo).

En mi ministerio, he visto este don, a través de la Palabra de Conocimiento, muchas veces sabia que parte del cuerpo de la gente estaba mal.

Recuerdo un servicio, cuando era pastor asistente de la iglesia “La Palabra de Fe” de Callao, ciudad portuaria en el Perú.

Estaba empezando una serie de enseñanzas basadas en la sanidad divina; después de la adoración, empecé a sentir las zonas del cuerpo en que la gente estaba enferma, mucha gente fue sanada de diversas enfermedades. Al final de la predica, cuando se hizo el llamado para sanidad, no había ningún enfermo, todos habían sido sanados.

En Hechos 8:5-8 vemos los dones de sanidades en acción en el ministerio de Felipe, el evangelista: “Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían estos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados; así que había gran gozo en aquella ciudad.”

Notemos que aquí dice que las sanidades eran de cojos y paralíticos. Evidentemente Felipe tenía dones de sanidades para las enfermedades específicas de parálisis y cojera.

Los dones de sanidades, son manifestaciones específicas de sanidad, para gente específica, con necesidades especificas, en momentos específicos.

La gran evangelista Kathryn Kuhlman, tenía muchos de estos dones en sus reuniones. Dios le daba palabra específica, acerca de enfermedades que tenia la gente.

Los dones de sanidades, son sanidades que Dios inicia; y ocurren cuando el Espíritu Santo desea.

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